“La dignidad nacional fue mi más fidedigno amigo.” Este fue el credo de toda la vida del renombrado físico coreano To Sang Rok (13 de octubre de 1903 – 13 de febrero de 1990).
Nacido el mayor de los seis hermanos en la ciudad de Hamhung de la provincia Hamgyong del Sur en la parte oriental de Corea, se distinguío desde la infancia por su inteligencia y nunca cedió el primer lugar en el estudio. Pero, a la sazón no tenía interés en la física sino en la literatura y la historia.
Un día, conoció que en la construcción del Tortuga, primer barco blindado del mundo fabricado bajo el mando de Ri Sun Sin, ilustre almirante de Corea, se aprovecharon los principios de la física. Esto le sirvió de un motivo por el cual To Sang Rok se inclinara a esta ciencia.
Durante el Levantamiento Popular del Primero de Marzo en 1919 participó en esta sublevación antijaponésa y, debido a ese “delito”, no pudo ingresar en la escuela de nivel superior.
Entonces abandonó el país con la decisión de estudiar trabajando en el extranjero. Posteriormente escribió lo siguiente en sus memorias: “Para satisfacer el rencor al imperialismo japonés estudié a costa de la vida.”
Con la firme determinación de mantener en pie la dignidad nacional frente a la discriminación nacional y el menosprecio, hizo tesoneros esfuerzos en el estudio trabajando a jornal.
He aquí una anécdota que muestra su alta capacidad.
Un día, tuvo lugar en la universidad una conferencia de Einstein, científico de talla mundial, en que concurrieron todos los científicos renombrados de Japón, pero ninguno de estos la entendía. Terminada la conferencia, un joven se puso de pie y le hizo una pregunta. El fue nada menos que To Sang Rok.
Más tarde. Einstein recordó: “Aunque nadie entendió mi conferencia, solamente un joven, al parecer, muy inteligente, la entendió y me hizo una pregunta difícil. El hecho me picó mucha curiosidad, por lo que averigüé quien era él y me dijeron que era estudiante coreano.”
Al terminar el estudio, el joven regresó a la patria y se hizo profesor. Mientras se dedicaba a la docencia, se empeñó también en la investigación y publicó una valiosa tesis referente a la Física, pero no se cambió la desgraciada situación del intelectual colonial privado del país.
“Los científicos japoneses no pararon mientes en mis disertaciones por ser de un coreano. En cada uno de esos momentos pensé en la nación coreana que tiene una larga tradición cultural. La dignidad nacional fue mi más fidedigno amigo.”- así escribió en sus memorias.
En esa circunstancia acogió la liberación del país en agosto de 1945.
Gracias a la confianza del Presidente Kim Il Sung se desempeñó como profesor de la Universidad Kim Il Sung recién fundada y pudo dedicar todo su entusiasmo a la educación y la investigación científica.
Trabajo como primer decano de la Facultad de Física y Matemática, director del centro investigativo, jefe de la cátedra de Física y de Física Nuclear, y dio gran aporte a explorar y desarrollar estas ramas. Redactó manuales y libros de referencia de más de 30 variedades incluyendo “Teoría de la estructura nuclear”, “Mecánica cuántica” y “Física de la pila atómica” y formó muchos científicos.
Siempre que tenía ocasión, solía aconsejar a los discípulos: “Visité varios países, pero no encontré ninguna nación tan inteligente como la coreana. Ustedes deben defender y hacer gala de la dignidad y honor de nuestra nación con la ciencia y la técnica.”
El se hizo el primer académico en Física del país en 1952 y Científico del Pueblo en 1986. En reconocimiento a sus méritos realizados para el desarrollo de la educación y la ciencia del país, el Gobierno le otorgó altas condecoraciones estatales y presentó como mártir patriótico socialista.