El nacimiento de una nueva vida necesita de la asistencia de las parteras.
La segura y desinteresada ayuda de estas en los partos y sus responsables servicios médicos son factores importantes que garantizan la buena salud de las madres y los recién nacidos, la felicidad de las familias y su futuro.
En la Casa de Maternidad de Pyongyang se encuentra una comadrona que se llama Choe So Hyang. Trabaja aquí desde hace 14 años después de haberse graduado del entonces Instituto Superior de Medicina Externa. En ese tiempo dio auxilios a innumerables mujeres que parían, y el año pasado más de 300.
-No se pueden comparar con nada el júbilo y orgullo que siento al escuchar a un recién nacido, dice Choe.
Ella experimentó en carne propia lo beneficioso que es el sistema de salud pública socialista y dedicó todo lo suyo a sus necesidades como la propaganda higiénica, la prevención de enfermedades ginecológicas, la asistencia en los partos y el cuidado de la salud de las parturientas y los bebés.
No era fácil esta tarea para ella, pero trabajó con afán.
Al introducir el método de parto psicoprofiláctico y sin dolor, aseguró el alumbramiento feliz de muchas parturientas y salvó milagrosamente a las enfermas y bebés en estado crítico.
Tanto las parturientas como el personal del hospital la elogian por su gran devoción y responsabilidad en el trabajo.
Atender a las pacientes como si fuera su verdadera madre y hermana, esto es la idea que siempre abriga Choe So Hyang.