En la RPDC, los educadores atienden al estudio y la vida de los estudiantes como si fueran sus padres. Aquí hay hechos que lo comprueban.
Hace 5 años, Ri Chun Sim fue designada como maestra de la Escuela Primaria de Kongbuk, distrito Janggang, provincia de Jagang. En su aula se encontraba el alumno Kim Kon Il, que sufría paraplejía.
Con la decisión de encargarse del estudio de ese niño, ella lo llevaba a su espalda cada día a la escuela que dista más de 2 kilómetros de su casa, a veces utilizando bicicleta o trineo en invierno.
Al darse cuenta que Kwon Il quería jugar a la pelota con sus compañeros, solicitó la ayuda de un competente colectivo médico para curar su enfermedad. Hoy también ella camina largas distancias hasta el Hospital Popular Provincial donde está hospitalizado el niño para ayudarlo en su estudio.
Ham Ok Suk, maestra de la Escuela Primaria de Jesan en el municipio Hyongjaesan de Pyongyang, hizo lo mismo con Pak U In que no pudo andar debido a la parálisis cerebral congénita que padecía.
Ella le masajeaba las piernas en horas de recreo.
Recorrió hospitales de la capital y otras localidades llevándola a su espalda y le preparó tónicos para recuperar su salud.
Gracias a su afecto y devoción, la salud de la niña iba mejorando poco a poco y al cabo de dos años y medio pudo caminar por sí sola hasta la escuela.
Kim Un Gyong es maestra encargada del curso primario en el Instituto de Secundaria de Husan, distrito Ryonggang, ciudad de Nampho. En su aula había un alumno llamado Pak Ui Hyok con piernas inválidas. La maestra atendió, más que nadie, a este niño huérfano de madre.
Cada vez que escuchaba la noticia sobre la recuperación de los niños paralíticos, despachó cartas a aquellos hospitales y, a veces, ella misma acudió a estos centros sanitarios para luego tomar medidas curativas. Bajo su atención y afecto Ui Hyok terminó con buenos resultados el curso primario e ingresó en la secundaria básica. Ahora, él va a la escuela lleno de alegría y ánimo pese a su dificultad para caminar.
Naenara