Este establecimiento llamado cuna de la felicidad de los viejos y construido al estilo arquitectónico nacional con tejado de cuatro aguas, está enclavado a una orilla del pintoresco río Taedong, que corre por el centro de Pyongyang, capital de Corea.
Todos los elementos del inmueble están bien acondicionados conforme a las características corporal y psicológica correspondientes a la edad.
Los dormitorios tienen calefacción subterránea y camas, el comedor está amueblado para que se propicie un ambiente familiar y hasta la escalera no ofrece dificultad en la subida y bajada de los ancianos. Son intachables los establecimientos de servicio y médico, así como la peluquería, el salón de belleza, el baño público y la clínica. Dispone además de mejores condiciones de vida cultural, recreativa y deportiva como biblioteca, salón de gimnasia y local de diversiones.
Este asilo es un fruto del profundo amor al ser humano con que el Máximo Dirigente Kim Jong Un aprecia y exalta sin fin a los precursores de la revolución.
No es sino precisamente él quien propuso su construcción y dio solución a todos los problemas que se presentaban en la ejecución de la obra desde el diseño hasta el abastecimiento de materiales.
Durante la visita al campo de su construcción realizada en marzo de 2015 (104) dijo con tono conmovedor que preparar bien el asilo de ancianos es una empresa muy importante para ejecutar con exactitud la política del Partido en materia de la protección de los viejos y demostrar con energía su justeza y vitalidad.
Luego hizo recorrido por varios sectores, mientras que se cercioró en detalles de la marcha de ejecución e impartió preciosas instrucciones.
Aquel día, él apuntó que el terreno donde se levantaba el Asilo de Ancianos de Pyongyang era lugar bueno escatimado por el Partido y recomendó con voz encarecida construirlo como otro modelo de la época del Partido del Trabajo en que estuviera cabalmente encarnado el amor al pueblo.
En agosto del mismo año él estuvo de visita en el asilo concluido, ocasión durante la cual se preocupó con profunda atención por la mínima inconveniencia para la vida de los ancianos.
Y afirmó que le alegraba de verdad el haber preparado una cuna de los viejos como lujoso palacio y que era preciso atenderlos siempre y cuidarlos bien.
Hoy, los asilados del lugar llevan una vida dichosa aún en su vejez, siendo objetos de respeto y afecto como precursores de la revolución, bajo los beneficios de la política del PTC