El 4 de septiembre de 1948 (Juche 37), el Presidente Kim Il Sung asistió a una reunión donde se discutía el asunto sobre la bandera nacional que estipular en el proyecto de la constitución de la RPD de Corea.
Muchos miembros, presentando sus criterios, discutieron acaloradamente.
El Presidente escuchó con atención sus opiniones sin decir nada.
En ese momento, un representante se levantó y presentó su opinión de poner una estrella dorada en el fondo rojo porque la bandera tricolor era algo escaso.
Terminado su intervención se elevó el murmullo en el local de la reunión.
El Presidente miró un rato a los miembros con que insistían cada cual en sus criterios entrecruzados y se levantó con silencio.
Recorriendo con la mirada el local, él dijo con voz sonora:
“La bandera de nuestro país simboliza a Corea, un Estado próspero, soberano e independiente que se desarrollará infinitamente en el futuro“.
“En nuestra bandera hay una estrella de cinco puntas en el fondo rojo que simboliza el temple de nuestro pueblo que hereda y completa la causa revolucionaria lograda por los mártires revolucionarios que lucharon derramando la sangre por la libertad y la independencia de la patria y lucha dinámicamente unido en torno al Partido y el Poder popular. Además, se ven el color blanco que refleja la sabiduría de la única nación coreana con milenaria historia y el azul marino que manifiesta la consolidación de la amistad y unidad con los pueblos de todo el mundo, amantes de la democracia y la paz y simboliza la construcción del Estado soberano e independiente”.
“Nuestra bandera actual es buena por reflejar la voluntad y aspiración de nuestro pueblo. Por tanto, es preferible dejar intacto el original esclarecido en el proyecto de la constitución.”
Los reunidos, llenos de gran emoción, admiraron al Presidente e imaginaron el futuro de la patria que avanzaría dignamente hacia el mundo.
En la reunión se adoptó unánimemente el tema de dejar intacto tal como estaba la bandera de la República estipulada en el proyecto de la constitución.