El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular Democrática de Corea hizo pública el día 19 una declaración que sigue:
El día 17, las autoridades de Malasia cometieron el imperdonable crimen de entregar por fuerza a EE.UU. a un ciudadano inocente de la RPDC calificándole como “criminal”.
Este caso espantoso para todo el mundo es un producto directo de la brutal campaña hostil de EE.UU. deseoso de aislar y aplastar a la RPDC y de la confabulación contra ésta de las autoridades de Malasia que parte de su vergonzosa obediencia a aquél.
El ciudadano coreano en cuestión es un funcionario quien durante varios años, se dedicaba al legítimo comercio con el extranjero en Singapur.
Por lo tanto, es un embuste y complot la acusación de que él estuvo involucrado en el supuesto “lavado de fondos ilícitos”.
En los juicios efectuados en varias ocasiones poco después de ocurrido el presente caso, la representación coreana en el terreno y la parte de abogado exigieron reiterada y categóricamente a las autoridades judiciales malasias que presentaran las “pruebas de sospecha” relacionadas con el “lavado de fondos ilícitos”. Pero, ellas no pudieron presentar ni una vez la prueba material que lo confirmara, hecho que deja conocer bien el carácter intrigante del caso.
Todo el proceso del caso, que duró más de 670 días desde el arresto al ciudadano coreano a plena luz del día, muestra claramente que las autoridades de Malasia son un grupúsculo ilegal que no tiene ni el elemental apego a la ley ni mucho menos la postura independiente.
Poco después de ocurrido el caso, las figuras principales de los órganos judiciales de Malasia fueron invitadas al festín ofrecido por el embajador norteamericano en el terreno donde recibieron la promesa de muchas propinas y discutieron el “ofrecimiento gratuito de armamentos”. Este hecho deja conocer de sobra la sucia fachada de las autoridades malasias quienes venden sin vacilación alguna la justicia, la conciencia y el honor por unos billetes de dólar.
Obedeciendo a ciegas la presión injusta de EE.UU. y despreciando las reconocidas leyes internacionales, las autoridades de Malasia, que se creen integrar el gobierno, convirtieron al ciudadano coreano en una víctima de la campaña hostil de EE.UU., lo cual es una fechoría abominable y crimen imperdonable.
Será castigada la injusticia por la justicia.
La presente conducta de las autoridades malasias es una adhesión abierta y complicidad directa con las maniobras hostiles a la RPDC de EE.UU. que intenta conculcar la soberanía y los derechos a la subsistencia y desarrollo de nuestro Estado.
Las relaciones RPDC-EE.UU., más hostiles de nuestro planeta, se encuentran técnicamente en el estado de guerra durante más de 70 años, lo que se comprueba como realidad innegable.
Es imposible que no sepan ese hecho las autoridades de Malasia.
Insatisfechas de haber colocado al banquillo de acusado a nuestro coreano inocente obedeciendo a ciegas a EE.UU., enemigo principal de nuestro Estado, las autoridades malasias lo extraditaron al fin y al cabo a EE.UU. destruyendo así la base de las relaciones entre los dos países, basadas en el respeto a la soberanía.
Ante la grave situación creada, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la RPDC declara la ruptura total de las relaciones diplomáticas con Malasia que cometió el acto hostil de máxima gravedad contra la RPDC arrodillándose ante la coacción de EE.UU.
La responsabilidad de todas las consecuencias, que surjan entre ambas partes a partir de este momento, recaerá totalmente sobre las autoridades de Malasia.
Aprovechamos la oportunidad para advertir por adelantado a EE.UU., controlador trasero y autor principal del presente caso, que tendrá que pagar el precio merecido. -0-