El Máximo Dirigente del partido, el Estado y las fuerzas armadas, Kim Jong Un, pronunció un discurso en el desfile militar en saludo al aniversario 75 de la fundación del Partido del Trabajo de Corea.
El texto íntegro es el siguiente:
Distintos sectores del pueblo y oficiales y soldados del Ejército Popular que acogen con alegría esta fiesta de octubre,
Oficiales y soldados del Ejército de Seguridad Pública y miembros de la Guardia Roja Obrero-Campesina y de la Guardia Roja Juvenil,
Delegados a los actos festivos del 75 aniversario de la fundación del Partido y ciudadanos de Pyongyang,
Oficiales y otros combatientes de las unidades que han participado en la parada con motivo de la gloriosa fiesta de octubre,
Queridos compañeros:
Ha llegado el día de aniversario de la fundación de nuestro glorioso Partido.
Acogemos una noche grandiosa y gloriosa.
No sé si me explico, pero en este aniversario del Partido que acogemos en un año que ha sido arduo como ningún otro, el mero hecho de que haya llegado al final esta noche gloriosa me colma de emociones.
En ocasión del 75 aniversario de la fundación de nuestro gran Partido, en nombre de su Comité Central, felicito sincera y cordialmente a todos los que han llenado de gloria y orgullo esta fiesta de octubre.
Mis más fervorosas congratulaciones y agradecimientos a todo nuestro pueblo.
Compañeros:
En esta noche del gran festejo las calles capitalinas y esta plaza gloriosa se agitan con gran júbilo, alegría y orgullo. Y no debemos olvidar que por este momento glorioso velan con sus invisibles esfuerzos y dedicaciones numerosos miembros del Partido, obreros y oficiales y soldados de nuestro ejército revolucionario.
¡Cuántos son aquellos que en este año se han afanado, sobrellevando las más inclementes condiciones, para el devenir de este instante glorioso y para defenderlo!
¡Cuántos desafíos hemos tenido que afrontar para llegar hasta aquí!
Mención aparte merece la consagración patriótica y heroica demostrada por nuestros militares en los frentes de la prevención de la epidemia y del resarcimiento de las calamidades naturales que este año nos sorprendieron de improviso. Es capaz de arrancarle a cualquiera las lágrimas de gratitud.
Es cierto que la defensa de la patria, del pueblo y de la revolución es la misión inherente a ellos, pero ha sido demasiado grande su sufrimiento. Es demasiado mucho lo que tienen a su cargo y lo que padecen. Esto nos aflige mucho y nos duele que todos ellos no estén con nosotros en esta noche gloriosa.
En estos instantes un sinfín de ellos, ausentes en esta gloriosa plaza Kim Il Sung, batallan valerosamente en dichos dos frentes velando por la seguridad del Estado y el bienestar del pueblo.
De esta forma, cumplen intachablemente los deberes que asumen como principales defensores del Estado tanto del chantaje militar de las fuerzas hostiles como de la imprevista amenaza de la pandemia y la naturaleza.
Rindo mi más profundo homenaje a su ardorosa lealtad al Estado y el pueblo y se los agradezco de todo corazón.
Mi estímulo militante y saludos de agradecimiento a los patriotas que si bien cumplieron sus tareas de la mitigación de los daños del siniestro y de la construcción, se dirigieron voluntariamente a otra región damnificada, en lugar de regresar a sus amadas familias en Pyongyang, a nuestros compañeros más activos que tienen todo el derecho de estar presentes aquí, a mis más confiables combatientes de las divisiones de militantes del Partido capitalinos.
Extiendo mi agradecimiento y saludos combativos a todos los trabajadores del país.
Hago votos por la felicidad y alegría en todas las familias del país, en particular en aquellas que se han recuperado del desastre natural y se han anidado en nuevas aldeas y hogares.
Deseo que siempre se hagan realidad los hermosos sueños de nuestros niños.
Aprovecho esta oportunidad para hacer llegar mi más sentida condolencia a las personas de todas latitudes del mundo que en este momento siguen combatiendo el mal del virus malévolo y con la mano en el corazón anhelo que por favor conserven la salud, la dicha y la risa.
Mis más afectuosos sentimientos a los queridos compatriotas del Sur, en espera de que cuanto antes se supere esta crisis sanitaria y llegue el día en que el Norte y el Sur se den las manos.
Compañeros:
Hoy todos nos hemos reunido en esta magna cita de octubre con valiosos éxitos y frutos del trabajo que recogimos en un esfuerzo común.
No fue nada fácil llegar a este lugar.
Fue una sucesión de bregares penosos que implicaban vencer múltiples dificultades.
Fueron igualmente arduos y difíciles los 75 años del Partido, pero lo ha sido particularmente este año en que desde sus inicios nos han salido a diario y a cada paso desafíos y obstáculos imprevisibles y descomunales.
No obstante, todo lo hemos vencido con valor y ahora estamos en este lugar significativo con la frente bien alta.
Esta misma escena que merece la admiración del mundo da fe de que ya tenemos controlado todo ese siniestro que nos martirizaba y obstruía el avance y que hemos alcanzado satisfactoriamente todas las metas de la justa lucha que nos propusimos.
Queridos compañeros:
Estamos celebrando por todo lo alto el septuagésimo y quinto cumpleaños de nuestro Partido.
En ningún otro país del mundo el cumpleaños de un partido se celebra como una fiesta alegre de todo el pueblo y como todo un acontecimiento.
De pie en la tribuna en esta noche emocionante y jubilosa en que convergen aquí los ardientes sentimientos de todo el pueblo, no encuentro la manera de comenzar este discurso dedicado a él.
Medité mucho en cómo lo iniciaría evocando los 75 años de larga y gloriosa trayectoria de nuestro Partido, pero lo único que puedo decirle a nuestro pueblo es gracias. Es lo que siento de veras en lo más profundo del alma.
Antes que nada, muchas gracias por gozar todos de buena salud.
Es precisamente esto lo que he querido decirles.
Mil gracias por estar todos sanos, sin un solo contagiado del coronavirus.
Hemos defendido a todos nuestros coterráneos de la malvada epidemia que arrasa peligrosamente a todo el mundo, este ha sido un deber de nuestro Partido y un éxito que él debe lograr. Se me nubla la vista por la alegría de haberlos protegido y, viendo saludables a ustedes, no puedo decirles más que gracias.
El gran triunfo de hoy que indudablemente dejará asombrado a todo el mundo ha sido alcanzado por nuestro propio pueblo.
Para nuestro Partido la vida de cada uno de la población es lo más valioso. El Partido, el Estado y todas las cosas de este territorio existen solamente si todo el pueblo está sano y salvo.
Lamentablemente, en el mundo son demasiado muchos los elementos inestables que amenazan y perjudican la existencia de nuestro inestimable pueblo.
Confieso que me atormentó e intimidó que ya a principios del año deviniera la crisis sanitaria global y empeorara la situación en la región a la que pertenece nuestro país.
A pesar de todo, nuestro pueblo se ha puesto de pie con su gran tenacidad, ha respaldado y ejecutado incondicionalmente todas las medidas del Partido y el Estado, ha defendido con firmeza su destino y, además, ha vencido todas las dificultades y pruebas rebosante de energía.
Si no fuera por los bellos gestos de todos los ciudadanos que se preocupan, se cuidan y se protegen mutuamente y si no fuera por el socialismo donde ellos se cooperan con elevado sentimiento patriótico y conciencia, jamás habríamos podido detener la terrible pandemia.
Como protagonistas voluntarios de la prevención epidémica, todos se han movilizado como un solo hombre en la defensa del Estado, de sí mismos y de los niños. Gracias a ello, el sector profiláctico del país, con toda su deficiencia y atraso, ha podido activarse y mantener una situación estable, algo inimaginable para muchos otros.
Todos disfrutamos de buena salud y nadie está contagiado del coronavirus en esta gran familia armoniosa, aunque aún no nadamos en abundancia. No se imaginarán lo mucho que les agradezco y que me alientan.
Ningún otro pueblo es tan benevolente como el nuestro que entiende perfectamente la difícil situación del país y asume sus quehaceres como si fueran sus propios.
Igualmente nuestro país es el único del mundo que afronta retos y dificultades tan grandes como tener que prevenir la epidemia y paliar las funestas consecuencias de los desastres naturales mientras todo escasea debido a las crueles y prolongadas sanciones.
Todas estas pruebas imponen indudablemente cargas pesadas y padecimientos a cada uno de nuestros hogares y ciudadanos.
No obstante, los nuestros son precisamente patriotas benévolos que colocan los quehaceres estatales por encima de los quehaceres domésticos, que atraviesan con el Estado por todas las dificultades y que lo sostienen firmemente con su honrado trabajo.
Por eso nuestro Partido supera todas ellas confiando y apoyándose en el pueblo que se alza resueltamente siempre que el Partido le expone su difícil situación.
El pueblo agradece a toda hora al Partido, pero en realidad es él quien debe recibir los saludos de agradecimiento.
Es él quien en los últimos 75 años ha seguido con lealtad al Partido y ha defendido su sagrada causa revolucionaria derramando copiosa sangre y sudor sin vacilación alguna.
Nuestro Partido ha cosechado victorias y glorias en su proceso revolucionario que es el más arduo y difícil, y esto es precisamente gracias a nuestro pueblo que lo ha confiado y seguido y ha defendido su causa con sinceridad.
Ni por un instante podemos concebir los gloriosos 75 años del Partido sin nuestro gran pueblo, creador omnipotente de la historia, que siendo siempre maestro sabio le ha dado inteligencia, talento, ánimo y fuerza inagotable, lo ha defendido resueltamente, lo ha seguido con lealtad y ha realizado sus propósitos y lineamientos.
Por tener siempre cerca a un gran pueblo que al llamamiento del Partido de un gran auge respondió con el ímpetu de Chollima (corcel legendario que corre al día mil ríes equivalentes a 400 km-N.T.), que a su proyecto de una gran construcción contestó con la Batalla de velocidad y que cumple su decisión incondicionalmente y contra el viento y la marea, el Partido ha podido mantenerse firme y obrar milagros en cualquier situación difícil.
Viendo a este pueblo que con su lealtad ilimitada, espíritu indoblegable y esfuerzos titánicos ha superado todos los avatares y ha coronado de victoria la gran fiesta de octubre, siento correr por todo el cuerpo una fuerza colosal que se nutre de su plena disposición de seguir y apoyar al Partido, como lo hizo durante 75 años, en los próximos 750 y 7 500 años.
Compañeros:
No tengo cara para mirar de frente a mi pueblo que me ha depositado una confianza tan grande como el cielo y el mar, a la que he sido incapaz de corresponder como es debido en cada una de sus muestras.
Asumo el importante cargo de dirigir el país por la confianza de todo el pueblo y siguiendo el legado del gran Líder y el gran Dirigente, pero el pueblo tiene aún dificultades en la vida por culpa de mi insuficiente empeño y consagración.
Sin embargo, el pueblo siempre confía en mí, deposita en mí una fe absoluta, apoya y sigue mis opciones y decisiones, sean lo que fueren.
Aun cuando nuestro pueblo deba tomar una decisión que le implique un mayor sufrimiento, su confianza en mí y el Partido sigue siendo incondicional e inalterable.
Para mí esa plena y sincera confianza y estímulo constituyen un tesoro que no voy a cambiar por ningún honor ni puedo comparar con ninguna otra riqueza del mundo, y una fuerza inagotable que me quita todo el temor y me infunde la convicción de que nada es irrealizable.
Gracias a esta grandiosa confianza a la que nadie puede aspirar, he arrostrado sin titubeos los incontables retos con el deber y la voluntad de servir al pueblo con total entrega, he encarado batallas enconadas que hasta pueden desencadenar una guerra y he afrontado resueltamente un desastre natural que no tiene par en la historia.
Es para mí un gran honor servir, enaltecer y luchar por un pueblo tan excelente.
Reafirmo solemnemente mi determinación de no vacilar en dar mi vida para corresponder a la gran confianza depositada en mí por el pueblo aunque se haga trizas el cuerpo y de seguirle fiel hasta el fin del mundo.
Estimado pueblo de todo el país:
Un millón de gracias.
Les saludo sincera y respetuosamente, con reverencia, en nombre mío, en el del gran Líder y del gran Dirigente.
Compañeros:
Para mi y para nuestro Partido, es la primera misión y voluntad inquebrantable defender firmemente y enaltecer a nuestro pueblo y procurarle una vida abundante y envidiable.
Nuestro Partido ya posee un gran poderío militar capaz de defender con seguridad el socialismo, que representa la dignidad y vida de nuestro pueblo, y asegurarle una prosperidad duradera en una tierra eternamente pacífica.
Las imponentes formaciones militares que se han desfilado hoy darán a conocer cómo el Partido ha fortalecido a su ejército revolucionario y cuán grande es su poderío.
Su comparación con las del desfile militar efectuado aquí hace apenas cinco años con motivo del aniversario 70 de la fundación del Partido, le permite a cualquiera evaluar fácilmente que nuestras fuerzas militares se han modernizado considerablemente y se han desarrollado a gran velocidad.
Contamos con un fiel y gran ejército de científicos, técnicos y obreros de la industria de defensa nacional que se han armado firmemente con la ideología revolucionaria del Partido y que responden plenamente los intereses de la revolución.
Nuestras fuerzas militares tienen un desarrollo y metamorfosis que nadie se atreve a desdeñar y comparar. Poseemos un poder disuasivo capaz de controlar y manejar suficientemente cualquier tipo de amenaza militar patente y latente.
Su ritmo de desarrollo, calidad y cantidad cambian a nuestro estilo, según nuestras exigencias y horario.
Al definir como poderío de defensa nacional más cierto y grande la capacidad militar de frenar con el golpe anticipado la fuerza que viole o atente contra la soberanía y el derecho a la existencia de nuestro Estado y pueblo, nuestro Partido ha hecho todos los esfuerzos para poseer una fuerza capaz de ponerla en práctica y en este momento continúa renovando constantemente las metas al respecto.
Seguiremos fortaleciendo la disuasiva de guerra como medio de autodefensa legítima para impedir y controlar los chantajes nucleares y todos los demás intentos peligrosos y los actos amenazadores que se incrementan de continuo por las fuerzas hostiles.
Nuestra disuasiva de guerra, que debe contribuir a defender la soberanía y el derecho a la existencia del Estado y a preservar la paz en la región, jamás se utilizará arbitrariamente para otros fines ni como medio de ataque anticipado. Pero, por si acaso alguna fuerza atenta contra la seguridad de nuestro Estado o recurre a los medios militares contra nosotros, yo lo castigaré movilizando con antelación nuestros más poderosos medios de ataque.
Bajo ningún concepto permitiría que nuestras fuerzas militares tengan en la mirilla a nadie.
Aclaro que nuestro disuasivo de guerra no apunta a nadie, pues sirve para la defensa propia.
Al débil no le queda más remedio que apretarse los puños y enjugarse las lágrimas y la sangre.
Valiéndose a sus poderosas fuerzas militares, nuestro Partido asegurará la soberanía nacional y la integridad territorial y salvaguardará para siempre el bienestar, la paz y el futuro del Estado y el pueblo.
Compañeros:
Por contar con las fuerzas armadas revolucionarias, pertrechadas con la idea revolucionaria del Partido del Trabajo de Corea, infinitamente fieles a la patria y el pueblo y equipadas con potentes artefactos sofisticados que son productos de los esfuerzos y el espíritu de nuestro pueblo, ningún agresor osa menospreciar nuestro sagrado Estado ni detener nuestro avance.
Solo nos falta lograr que el pueblo disfrute a plenitud de una vida acomodada y culta, sin pasar más aprietos.
Nuestro Partido aplicará invariablemente y aumentará incesantemente las políticas y medidas ventajosas para fomentar el bienestar del pueblo y procurarle mayores beneficios y anticipará más el devenir la construcción de una sociedad poderosa y próspera, que es un sueño del pueblo.
Hasta el presente hemos compartido la misma suerte con el pueblo en medio de duras pruebas y experimentado su fuerza unida. Y en este proceso hemos llegado a conocer bien lo que debemos hacer en adelante.
El VIII Congreso del Partido del Trabajo de Corea presentará medidas y metas concretas para su cumplimiento, y el empeño de nuestro Partido por la felicidad del pueblo pasará a una nueva fase.
Cuanto más emergemos, tanto más frenéticos se pondrán las fuerzas reaccionarias de toda índole e incluso pueden producirse contratiempos. Pero, son a todas luces incomparables con las dificultades que hemos afrontado hasta hoy. Somos lo bastante fuertes y confiamos en nuestra capacidad de superarlas.
La unidad monolítica del Partido y las masas populares, consolidada a lo largo de la lucha, y el personal talentoso y los valiosos haberes para la autosustentación, formados y creados por nuestro régimen socialista, serán indiscutiblemente una fuerza potente que impulsa y acelera nuestro avance.
Nuestro Partido y pueblo han realizado muchas cosas que otros ni se atreven, superando disímiles pruebas y dificultades que otros no han pasado. Ahora emprenderán una nueva marcha para un mayor desarrollo y prosperidad con renovado ánimo y fe, con extraordinario entusiasmo y disposición.
Seré muy exigente y trataré de que todas las organizaciones del Partido y los órganos del gobierno, el Poder y las fuerzas armadas hagan tesoneros esfuerzos y trabajen con toda devoción para el pueblo, para entregarle un futuro mejor.
Es grandioso el ideal de nuestro pueblo y en un futuro lo hará realidad infaliblemente. Me incumbe volcarme de lleno a esta tarea, orientando a cada uno de sus integrantes a que registre progreso, desarrollo y los cambios sustanciales en su afán de conquistar metas más altas de la construcción socialista.
Compañeros:
Somos fuertes y nos fortalecemos más en las pruebas.
La hora está a nuestro favor.
Marchemos todos vigorosamente para un luminoso porvenir y un nuevo triunfo del socialismo.
Para terminar, reitero mis agradecimientos a todo el pueblo por gozar de buena salud.
Y les agradezco de corazón su inalterable confianza en nuestro Partido.
¡Viva nuestro gran pueblo!