La clase obrera crea un nuevo mundo

En febrero de 1948 el Presidente Kim Il Sung visitó una fábrica química de Hungnam.

Mientras se dirigía al taller del carburo de calcio, guiado por el ingeniero-jefe de la fábrica, averiguó detalladamente la capacidad de su producción, el problema de sus materias primas y el estado de rehabilitación del proceso del carburo de calcio, y preguntó si podría subsanar por su propia cuenta los daños que con su derrota causó el imperialismo japonés.

Al escuchar una respuesta afirmativa, dijo que debían lograrlo y que no había nada más importante que confiar en la propia fuerza, y repitió con énfasis: “Podemos construir un Estado y llevar por un buen cauce la revolución sólo cuando realizamos todo el trabajo sin depender de otros y superar cualesquier contratiempos confiando y apoyándonos en nuestra propia fuerza.”

Ya delante del horno eléctrico del carburo de calcio, mientras veía a los fundidores sacando hierro fundido en un torbellino del viento cálido, dijo con voz sonora: “Me aliento al ver cómo trabajan los fundidores del horno eléctrico del carburo de calcio. La fuerza de nuestra clase obrera es verdaderamente grande. Esta crea un nuevo mundo.”

Y a los funcionarios les reiteró la necesidad de interesarse siempre por la protección laboral de ella y asegurar las suficientes condiciones de descanso civilizado.