La oficina de política exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores de la RPDC publicó el día 3 un comunicado titulado “Responderemos con la contramedida más contundente a cualquier opción de las fuerzas hostiles“.
Su texto completo es el siguiente:
Últimamente, el ambiente de seguridad de la Península Coreana y la región se ve gravemente amenazado debido a la campaña de confrontación nuclear de EE.UU. y los gángsteres militares de la República de Corea.
Del 30 de julio al primero de agosto, los belicistas de EE.UU. y la RC llevaron a cabo en la base militar norteamericana de Phyongthaek en la provincia de Kyonggi los ejercicios operacionales “Iron Mace“, que suponían la guerra nuclear total, so pretexto de hacer frente al “uso de armas nucleares” por parte de la RPDC.
Este hecho muestra que entró en la etapa de ejecución real y detallada el plan de guerra nuclear de EE.UU. y la RC, que organizaron en abril del año pasado el “grupo consultivo nuclear” en virtud de la “Declaración de Washington” y vinieron enmendando y examinando periódicamente el plan de ataque nuclear contra la RPDC.
Los provocativos actos hostiles de EE.UU., que aumenta el peligro de choque nuclear en la región, llevando de mal en peor el ya preocupante ambiente de seguridad de la Península Coreana, señalan evidentemente a quién se debe imputar la responsabilidad de agravación de la situación regional.
Hoy día, el mundo se enfrenta con la crisis nuclear sin precedentes debido a la conducta de EE.UU. que se obstina únicamente en su ambición de hegemonía nuclear, sin hacer caso de la paz y estabilidad mundiales, ni del ambiente de seguridad de la región.
Al describir hace poco como “amenaza” a los Estados soberanos e independientes, un asistente interino del secretario de Defensa expuso más abiertamente el intento de EE.UU. de incrementar el número de armas nucleares desplegadas y desarrollar diversos medios de golpe nuclear.
En consonancia con ello, entre las fuerzas conservadoras de ese país se escuchan las opiniones muy aventureras que reclaman la capacidad de ubicar en la República de Corea más armas nucleares tácticas y producir más ojivas de estos artefactos y prepararse para la guerra con los países independientes y soberanos movilizando todo el potencial nacional de EE.UU.
Aumentando sistemáticamente cada año el desembolso de gastos para la modernización de fuerzas armadas nucleares, EE.UU. da un impulso fuerte al desarrollo de nuevos medios de ataque nuclear estratégico como el submarino de clase “Columbia“, el nuevo ICBM “LGM-35A Sentinel” y el bombardero de 6ª generación “B-21 Raider“.
Además, realiza la prueba de explosión de alto poder y la nuclear subcrítica como parte del proyecto de desarrollo de artefactos nucleares de nuevo tipo.
Por otra parte, fabricó con la RC la “guía de operación nuclear” y prometió que se incluyen armas nucleares en el “ofrecimiento de disuasivo ampliado” a Japón, entre otros pasos para involucrar a los países seguidores en el marco de alianza nuclear.
La situación dada comprueba que toma un curso muy peligroso la intención de EE.UU. de doblegar con el arma nuclear a los Estados soberanos e independientes en la Península Coreana, la región de Asia-Pacífico y el ámbito global.
El aumento de amenaza nuclear de una parte y su reajuste de la disposición nuclear de carácter provocativo resalta a la contraparte la necesidad de fortalecer el disuasivo nuclear para la autodefensa y completar el estado de preparación de fuerzas nucleares frente a la guerra.
La imprudente campaña de confrontación nuclear de EE.UU. hace más inequívocas nuestra opción y meta para defender los intereses de seguridad del Estado y la paz y estabilidad de la región.
Las fuerzas armadas nucleares de la RPDC asumen la obligación constitucional de frenar el ataque nuclear de todas las formas y envergaduras, que intente o pueda emprender un país hostil, y de defender la soberanía nacional e integridad territorial en el incierto ambiente de seguridad del presente y el futuro.
Si los países hostiles toman la opción de hacer menos seguros a sí mismos y el mundo, la RPDC está dispuesta a adoptar las medidas más necesarias para su soberanía e intereses de seguridad, así como para la paz y estabilidad de la región y el resto del mundo.
EE.UU. y sus satélites tendrán que asumir la responsabilidad total de las consecuencias catastróficas que emanen de su opción aventurera.