El traidor títere surcoreano Yoon Suk Yeol realizó hace poco una visita a EE.UU.
Esta visita peligrosa en busca de guerra nuclear cobra el carácter más hostil, agresivo y provocativo porque ese lacayo y su amo tramaron un complot para exterminar a la RPDC.
Al cabo de discutir el tema de fortalecer el contubernio anti-RPDC tomando como agenda principal de la llamada “cumbre” el proyecto de mejoramiento de la capacidad ejecutiva del “disuasivo ampliado” de EE.UU., éste y los títeres surcoreanos fabricaron y publicaron como resultado la “Declaración de Washington” y la “Declaración Conjunta“.
La primera referente al incremento de la capacidad ejecutiva del “disuasivo ampliado” que ofrece EE.UU. es un producto coherente de la infame política hostil anti-RPDC.
A ver sólo dos artículos principales que constituyen la esencia de ese documento, se expresa evidentemente el siniestro intento de EE.UU.
Cualquier persona se dará cuenta de que la guerra nuclear anti-RPDC es un hecho a consumar para ellos, si se fija en esto: la fundación del “grupo consultivo nuclear” para la participación activa de los títeres surcoreanos en las negociaciones sobre la “operación de fuerzas armadas nucleares” y el fortalecimiento del “disuasivo ampliado” mediante la escalada de despliegue de las propiedades estratégicas de EE.UU., inclusive el submarino nuclear, en la Península Coreana y de los ejercicios militares conjuntos y simulacros.
Hasta ahora se realizaron entre EE.UU. y los títeres surcoreanos incontables conversaciones y diálogos a puertas cerradas que terminaron cada vez adoptando los documentos con frases belicosas. Pero nunca hubo el antecedente del presente caso en que definieron públicamente a la RPDC como blanco de ataque nuclear y estipularon abiertamente el emplazamiento periódico y sostenido de las propiedades estratégicas nucleares en la Península Coreana.
La segunda declaración es también una peligrosa conspiración de guerra nuclear, camuflada con el cartel de seguridad, porque formalizó en documento el plan de cooperación para la seguridad cibernética estratégica entre EE.UU. y el Sur de Corea y confirmó la “ampliación de la cooperación tripartita” entre éstos más Japón, el compartimiento en tiempo real de las informaciones sobre la RPDC y la realización periódica de los ejercicios militares para “disuadir y enfrentarse” con mayor eficiencia a la “amenaza nuclear y de misil” proveniente de ella.
Así EE.UU. y los títeres surcoreanos expusieron con más claridad su intento de agredir a la RPDC.
Hasta la fecha, EE.UU. vino desplegando con sus seguidores los ejercicios militares conjuntos de gran dimensión y las maniobras de guerra anti-RPDC de distintos tipos introduciendo en la Península Coreana y su contorno las propiedades estratégicas y colosales fuerzas agresoras.
Hablando de fomentar la “visibilidad regular” que significa el despliegue periódico y sostenido de las propiedades estratégicas nucleares y su publicación activa, EE.UU. estipuló en documento dar a la publicidad la introducción de bombardero, flotilla de portaaviones y hasta del submarino, todos de propulsión nuclear, en las cercanías de las aguas jurisdiccionales de la RPDC.
No se puede estar con brazos cruzados ante tal suceso.
Lo más grave del caso es que en una rueda de prensa concedida después de la conversación, el presidente norteamericano Biden se atrevió a decir el disparate demencial sobre “el fin del régimen” de la RPDC abogando por la “respuesta inmediata, aplastante y decisiva“.
EE.UU., Estado gángster sin par e imperio del mal, es el único que puede cometer el acto bárbaro de pronunciar a la vista de todo el mundo el disparate de exterminar a un Estado soberano sin ocultar ni un comino su criminal ambición de atropellar.
De esa manera, demostró por sí solo su hostilidad crónica anti-RPDC junto con lo fraudulento y cínico de su canto de gallina sobre el “diálogo” que repetía a menudo diciendo “no tener ninguna intención hostil” sobre la RPDC.
La inestable situación política y militar de la Península Coreana, creada por los ejercicios de guerra continuados desde el principio del año y el despliegue periódico y constante de las propiedades estratégicas de EE.UU., llegó a la fase más peligrosa debido a las llamadas “declaraciones” y chismes de esta vez.
Como demuestran bien las expresiones retóricas más hostiles y acciones evidentes de EE.UU. y los títeres surcoreanos, éstos tratan de recurrir obstinadamente en lo adelante también a las maniobras de guerra nuclear anti-RPDC bajo el rótulo de “ofrecer el disuasivo ampliado” y “fortalecer la alianza“.
En tal circunstancia, es muy natural que nuestro Estado prepare el disuasivo militar correspondiente al preocupante ambiente de seguridad del presente y el futuro.
La visita a EE.UU. del traidor Yoon Suk Yeol hizo reconfirmar la siniestra intención hostil de que no van a cambiar nunca y se tornó incluso más temeraria. Asimismo, indica que no debemos vacilar ni un comino, ni detenernos ni un minuto para hacernos más fuertes y preparados.
Hay que referirse también a la conducta del traidor Yoon quien se portó con una bajeza repugnante durante su gira por EE.UU.
La estupidez de hacer más dependiente de EE.UU. la economía surcoreana, la intromisión atrevida en los asuntos delicados de Taiwán y Ucrania, relacionados con los intereses principales de los países vecinos, y el entusiasmo por establecer la alianza militar tripartita diciendo que no hay ya la necesidad de cuestionar más el pasado de Japón, y todo lo demás deja conocer bien el atributo esclavo de ese lacayo que hace todo lo posible para congraciarse con su amo.
Se ha revelado claramente también la naturaleza del traidor de peor calaña que está enloquecido por el enfrentamiento fratricida.
Pusieron indignados a los habitantes de la RPDC y toda la nación sus palabras tales como es importante la “voluntad unida con EE.UU.” para disuadir a la RPDC, “creer totalmente la promesa de EE.UU. de ofrecer el disuasivo ampliado” y “hacer frente rotundo a la amenaza del Norte a base de la firme disposición de defensa conjunta“.
El comportamiento antinacional y sumiso a EE.UU. de Yoon convierte el Sur de Corea en el polvorín de guerra nuclear y la base avanzada del imperio y perjudica hasta la seguridad e intereses de la región, además de la Península Coreana.
Lo pagarán sin falta muy caro las nunca perdonables maniobras de guerra nuclear de EE.UU. y la banda títere surcoreana que están obsesionados para atropellar a la RPDC negando la misma existencia de ella.