Me suscita interés que en Estados Unidos hay una polémica sobre la Cumbre RPDC-EE.UU.
Los pasados encuentros y conversaciones Cumbre fueron motivos históricos en los cuales los líderes de ambos países afirmaron su voluntad política de poner fin a las relaciones hostiles recíprocas e implementar la paz y estabilidad en la Península Coreana.
Pero, ya que no se perciben los movimientos reales correspondientes a lo acordado en ellos no se vislumbra una perspectiva clara a la Cumbre del futuro.
En un empeño para crear la confianza entre ambas naciones y ejecutar la declaración conjunta RPDC-EE.UU. hemos demostrado nuestra sinceridad, como lo es, por ejemplo, devolver a los norteamericanos detenidos en nuestro país por sus actos hostiles y mandar restos mortales de sus militares caídos en la pasada guerra.
Sin embargo, la parte norteamericana no ha ejecutado nada de ese documento histórico y, al contrario, empeoró las relaciones bilaterales al reanudar los ejercicios militares conjuntos que se comprometió a suspender el mismo presidente norteamericano y dar un paso más adelante hacia la sanción y presión contra nuestra República.
Entre los politiqueros de Washington todavía los hay quienes se mantienen firmes en la propuesta de “renuncia nuclear, primero”, es decir, la de que nuestra previa renuncia nuclear resulta una premisa del futuro radiante, y prevalece criterio errado de que la sanción nos haya arrastrado el diálogo. En este contexto no puedo por menos que recelar de si se abriría un arremetedero para la mejora de las relaciones mutuas en otra ronda de negociaciones.
Mas, como en el modo de acercamiento del Presidente Trump a la RPDC he descubierto la diferencia de la sensibilidad política y la facultad de determinación entre él y sus predecesores, me viene la gana de depositar una esperanza en su opción clarividente e intrépida disposición.
Yo y el MINREX de la RPDC seguiremos con ojo avizor el comportamiento posterior de EE.UU.
27 de septiembre de 2019, Pyongyang