La administración de Biden de EE.UU. sigue ateniéndose a la política hostil anti-RPDC en vísperas de quiebra total.
El mandatario norteamericano sostuvo el día 15 una “cumbre tripartita” con sus homólogos de Japón y la República de Corea que vinieron a Lima, capital del Perú, para asistir a la Cumbre de APEC (Cooperación Económica de Asia-Pacífica).
En las pláticas se acordó la fundación de la “Oficina de Cooperación Tripartita” anti-RPDC de EE.UU.-Japón-RC y Biden la calificó de la “nueva época de colaboración tripartita“.
Los dos países asiáticos picotearon vergonzosamente que esa “cooperación” conviene a los intereses de tres países, es “indispensable” para la “paz y prosperidad” de la región y será el “firme cimiento” que dará una cooperación más grande entre las tres naciones.
Coincidiéndose con la presente cita de los caudillos de tres países para el establecimiento y amplio institucional y estructural de la “cooperación tripartita“, se desarrolló por segunda vez en este año el simulacro Freedom Edge en que se movilizó el portaaviones nuclear supergrande George Washington y la caza de última moda con la misión principal de ataque a precisión contra los establecimientos nucleares de la RPDC, que presenció allí por primera vez.
El amo y sus lacayos enlazaron el año pasado “nuevas relaciones tripartitas” y se apresuran por lograr su sistematización y normalización para legar esa “herencia conflictiva” anti-RPDC pese al cambio de los poderes, perpetuarla como “política invariable” y, a la larga, destruir el equilibrio de las fuerzas en la Península Coreana y las demás regiones.
No fue la paz ni la estabilidad de la Península Coreana y sus contornos lo que el mundo ha presenciado el año pasado de la “época de colaboración tripartita“.
En virtud de esa “época“, la actual administración norteamericana llevó a la práctica junto con sus acólitos la política de enfrentamiento nuclear con la RPDC, poniendo en operación el sistema de compartimiento en tiempo real de informaciones sobre misiles y activando los entrenamientos militares conjuntos tripartitas, y adiestró la guerra de agresión contra la RPDC de diferentes tipos.
No tiene nada que ver con la seguridad, la paz y la prosperidad la trayectoria criminal de esos tres países que provocaron precaución de los países circunvecinos de la Península Coreana, al ubicar a menudo las propiedades estratégicas nucleares en ese procurrente y movilizar hasta los efectivos de la OTAN.
En la declaración conjunta publicada al cabo de la presente “cumbre“, el amo gringo catalogó a la RPDC y otros Estados independientes regionales como objetos a ser asediados, contrarrestados y aplastados y organizó la “oficina de cooperación tripartita” como base institucional para ampliar e intensificar el bloque militar guiado por EE.UU. en la zona de Asia-Pacífico.
Las maniobras de estos tres países encaminadas a dar perpetuidad a la “cooperación tripartita” son un intento para profundizar la discordia y confrontación en la Península Coreana y sus contornos y tomar la heguemonía político-militar en esta región a base del bloque militar ya convertido en la alianza nuclear.
Pero, la demencia más conflictiva que nunca de los países enemigos incitó a la RPDC a poseer el satélite militar y el ICBM que apuntan a EE.UU. y a formar una estructura estratégica justa en el Noreste de Asia, así que la situación no salió con la suya.
En fin de cuenta, la “época de cooperación tripartita” se va convirtiendo en la “de destrucción tripartita“.
Uno de los cómplices de la conspiración del año pasado en Camp David para abrir la llamada “época de colaboración tripartita completamente novedosa“, fue retirado del premier, otro dejará pronto el cargo presidencial y el último está a punto de expulsar del poder.
Evidentemente dicho, el destino trágico de los iniciadores de esta cooperación muestra que es muy tenebrosa la perspectiva de la “época de esa cooperación“.
Cuanto más se intensifique la confabulación militar EE.UU.-Japón-RC, tanto más cotidiana será la fuerte contesta de la RPDC.