Hace poco, el premier japonés Kishida anunció en una reunión de la comisión presupuestaria de la Cámara de Representantes que no hay ningún cambio en su idea de realizar la enmienda de la Constitución y seguirá esforzándose por avanzar paso a paso en esta tarea.
Es indudable que el objetivo verdadero de la enmienda de la “Constitución pacífica” está en convertir a Japón en un “país capaz de hacer la guerra“.
En el artículo 9 de la Constitución de Japón, que entró en vigor en 1947, se estipula que este país renuncia una vez por todas al derecho de tomar la guerra provocada con el poder estatal y la amenaza con fuerzas armadas o su uso como medio para resolver un litigio internacional.
Al respecto, el exministro del Departamento Legislativo del Gabinete de Japón dijo que en el 9º artículo se establece que Japón no poseerá las fuerzas terrestres, navales y aéreas y otras de la capacidad bélica.
Es decir, lo que posee Japón no es un ejército sino las fuerzas de autodefensa, señaló él y continuó que el concepto de “autodefensa” se basa en 2 pilares.
Uno significa que las Fuerzas de Autodefensa de Japón no pueden usar las fuerzas armadas en el extranjero, sino proteger sólo a su país y el otro quiere decir la “defensa exclusiva” consistente en que ellas no pueden tener las armas de ataque, ni tener la capacidad de atacar directamente el territorio, mar y espacio aéreo jurisdiccionales de otro país, concluyó.
Si se toma en cuenta esas palabras, se puede decir que la Constitución vino frenando en algo el renacimiento del militarismo japonés que, en el pasado, impuso grandes daños a los pueblos asiáticos, preconizando la “esfera de coprosperidad de la gran Asia Oriental“.
Pero, a los 77 años desde la entrada en vigencia de la Constitución, Japón se quitó totalmente la máscara de “pacifismo“.
El premier nipón expuso abiertamente el objetivo de la enmienda de la carta magna al apuntar que la anotación en ella de la existencia de las “Fuerzas de Autodefensa“, presentada como ítem de modificación, “es el asunto importante tanto para demostrar a la sociedad internacional la voluntad de defender la independencia y paz del Estado al dar el punto final a la polémica de inconstitucionalidad de ese cuerpo armado como para hacer a sus efectivos cumplir sus misiones con orgullo“.
Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, los reaccionarios japoneses vienen dando acicate a la conversión del país en una potencia militar bajo los carteles de “paz” como la “Constitución pacífica“, la “era de paz“, el “desarrollo pacífico“, el “pacifismo activo” y el “logro de la paz“.
Mediante la enmienda de la “guía de cooperación en defensa Japón-EE.UU.” y la adopción de la “ley de seguridad“, etc., expandieron a todas partes del mundo la esfera de actividades de las “Fuerzas de Autodefensa“, que se limitaba al contorno de Japón, e hicieron posible ejercer hasta el “derecho a la autodefensa colectiva” bajo el pretexto de ayuda militar a los países aliados.
El actual gabinete volvió a modificar la estrategia de seguridad nacional, instituida por el gobierno de Abe en 2013.
Aprobó la “posesión de capacidad de ataque a las bases enemigas” y acelera el reajuste de misiles cruceros de largo alcance, capaces de atacar directamente el territorio de otro país.
Según un informe sobre el negocio mundial de armas en el período 2019-2023, publicado el 11 de marzo por el Instituto Internacional de la Paz en Estocolmo de Suecia, Japón compró de EE.UU. 29 cazas y le pidió 400 misiles de largo alcance para el “ataque a la base enemiga“.
Así llegó a ser el sexto importador de armas del mundo al aumentarse 155% la cantidad de armas compradas en comparación con el período 2014-2018.
El 28 de marzo, el gobierno japonés aprobó oficialmente el presupuesto de 2024, que incluye los gastos de defensa que crecieron 16.9% con respecto al año pasado, registrando el récord de la historia.
Además, renunció al principio de prohibir la exportación de armas letales y tomó en una reunión del gabinete la decisión de permitir la exportación de cazas al tercer país.
Por fin, se hizo letra muerta lo que Japón preconizaba antes: “la defensa exclusiva que exige usar el potencial defensivo solo en el caso de ser atacado, la renuncia a la posesión de capacidad de ataque a la base enemiga mediante el golpe directo al territorio de otro país, el principio de no exportar las armas para no fomentar el conflicto internacional, el ajuste de la capacidad defensiva que limita en lo principal los gastos militares a 1% del PIB“, etc.
En tales circunstancias, el premier japonés habla tanto de la enmienda de la Constitución con el fin de eliminar totalmente hasta el artículo de esta, que existe como papel mojado, y justificar legal e institucionalmente los pasos de militarización para realizar su ambición de reagresión.
Japón ha sufrido una derrota amarga por haber practicado la política de expansionismo militarista y vuelve a marchar a galopes por la misma senda.
Esto es una locura que le llevará a la autodestrucción.