En su reciente gira por el Medio Oriente, el ministro japonés de Defensa, Kono, solicitó el apoyo y entendimiento de los países regionales hablando de la “justeza” de envío de las “Fuerzas de Autodefensa”.
Japón insiste en enviar independientemente buques y aviones de patrulla naval de las “Fuerzas Marítimas de Autodefensa” para la seguridad de los barcos relacionados consigo, que pasan por la ruta marítima del Medio Oriente, y lo describe como una medida para la “paz y estabilidad de esta región”.
El hecho forma parte de la política agresiva de Japón de realizar a toda costa su ambición expansionista al hacer rutinaria su presencia militar en el extranjero bajo el pretexto de “seguridad” y “paz”.
Es bien conocido que Japón recurre a las maniobras revanchistas de una nueva agresión para reparar su derrota sufrida en la guerra de agresión del siglo pasado.
Los reaccionarios japoneses consideran el envío de fuerzas armadas al extranjero como un eslabón indispensable y estrategia principal para lograr su política agresiva.
Por eso, dieron acicate desde hace mucho tiempo a la enmienda de la Constitución pacifista, pese a las trabas del principio de “defensa exclusiva”.
La aprobación de la “ley de seguridad” en 2015 permitió ampliar al extranjero la esfera operacional de ese cuerpo armado.
Lo que queda ahora es la opinión de la sociedad internacional sobre ese movimiento militar de Japón, clasificado por la Carta de la ONU como país enemigo.
Aunque pasaron más de 70 años después de la segunda guerra mundial, el país criminal de guerra no reconoce sus crímenes de agresión ni pide disculpas ni los indemniza debidamente.
Ningún país quiere aceptar las fuerzas armadas de tal país.
Por esta razón, los reaccionarios japoneses hablan tanto de su “contribución” a la paz internacional, la “guerra antiterrorista” y la “limpieza de piratas”.
La verdadera intención de Japón reside en enviar a muchas partes del mundo las “Fuerzas de Autodefensa” para utilizarlas como vanguardia de agresión en el tiempo de emergencia.
Es pasmoso que los buques y aviones de combate del país nipón anden por doquier del mundo enarbolando la “bandera del sol naciente”.
En el caso de que emprenda de nuevo la guerra de agresión, la humanidad volverá a sufrir los desastres más horribles.
La sociedad internacional observa agudamente el movimiento militar japonés.