Hace 22 años que el Dirigente Kim Jong Il se eligiera como Secretario General del Partido del Trabajo de Corea, suceso histórico de suma importancia en el desarrollo del PTC y la revolución. El Dirigente construyó este órgano como un partido madre que está al servicio del pueblo y compactamente unido con éste.
Durante todo el período de su dirección revolucionaria, presentó Iminwichon (considerar al pueblo como el cielo) como punto de partida y supremo principio de las actividades del Partido, logrando consolidarlo y desarrollarlo como representante y defensor de la demanda y los intereses de las masas populares, como organización política de masas profundamente arraigada en amplios sectores del pueblo y ligado con éstos por lazos sanguíneos.
Lanzó la consigna “¡Todo el Partido, a compenetrarse con las masas!” y orientó a los cuadros para que fueran fieles servidores del pueblo compartiendo las penas y alegrías con él. Los hizo pensar siempre en el pueblo, caminar y caminar para su bien hasta gastarse sus calzados y anteponer su salud y vida a la producción y construcción.
En diciembre de 2008, sucedió durante su visita al Complejo de Acero de Chollita. En su recorrido por el comedor de los fundidores no cabía en sí de alegría por el servicio de agua mineral y la abundancia de la mesa puesta. Y de repente se le enturbió el rostro. Al percibir el frío en el local aconsejó encarecidamente que en tales condiciones no valía nada aunque se les sirvieran platos más nutritivos e hizo tomar medidas pertinentes.
Así fue como los directivos del Complejo pidieron excusas ante los obreros por haberse desentendido de su vida.
Al encontrarle feliz al pueblo me suscita con renovado ardor la disposición de hacer la revolución; en adelante también seguiré de buena gana esta marcha forzada si es por el bien del país y el pueblo, dijo, y trabajó con toda su entrega dejando impresas sus huellas de abnegación en todas partes del territorio patrio.
Se dirigió a cualquier sitio donde vivían los habitantes desde remotos poblados montañosos septentrionales hasta aldeas de isleñas solitarias, prestó oídos a la opinión del pueblo para elaborar la política y, una vez creado algo, averiguaba si le era de agrado.
Aun en los días tan duros como la marcha penosa, la forzada, hizo aplicar invariablemente todas las medidas sociales incluyendo el sistema de enseñanza obligatoria gratuita y el de asistencia médica gratuita y dedicó todo su ser a preparar bases productivas para el mejoramiento de la vida poblacional.
Siempre en tren rumbo al pueblo compartió la vida, los riesgos de la muerte, las alegrías y las penas con éste. Su orientación propició predominar el espíritu de servicio al pueblo en el seno del Partido y escribir la historia de amor, confianza y abnegación para él. Hizo que el Partido del Trabajo de Corea, a fuerza de la política de amor y confianza y la abarcadora, se consolidara y desarrollara como un partido revolucionario, como un partido-madre, arraigado hondamente en las masas populares y unido en cuerpo y alma con ellas.
Servir al pueblo con total entrega considerándolo como el cielo constituye la razón de ser del PTC. De ahí que el pueblo coreano se mantiene firme en seguirle hasta el fin depositándole enteramente todo su destino