En el contexto en que se llegan a clímax los ejercicios militares conjuntos EE.UU.-República de Corea «Freedom Shield 2025«, desde el día 17 hasta el 20 se desarrolló a la vez en las aguas alrededores de la isla Jeju un entrenamiento marítimo que orquestan EE.UU., Japón y la República de Corea títere tomando la RPDC como su blanco.
Se movilizaron en esta maniobra frenética la flotilla de ataque del portaaviones nuclear norteamericano Carl Vinson, que permanecía en las aguas de la Península Coreana desde el comienzo de este mes, y otros grandes y pequeños buques de guerra de los tres países y los aviones de diversos géneros inclusive F-35, por lo cual se llevó a la fase extrema la situación política-militar de la región, de mal en peor.
Los Estados rivales no ocultaron que el objetivo de sus ejercicios es frenar la capacidad de las armas nucleares y misiles de la RPDC, en particular, su defensiva marítima, y atentar contra su soberanía marítima. Para colmo, expusieron la mala entraña de impedir con la fuerza el transporte marítimo de los Estados soberanos regionales.
A lo largo de la historia, los ejercicios militares multinacionales dirigidos por EE.UU. vinieron vulnerando la seguridad de la región y el resto del mundo.
Siendo primero en lo que va de año y después de aparecida la administración Trump, el presente entrenamiento tripartita agranda la peligrosidad por su objetivo.
El hecho deja saber a qué grado ha llegado la aventura militar de EE.UU. y otras fuerzas hostiles destinada a reprimir a la RPDC y otros países independientes regionales y dominar a toda la región de Asia-Pacífico.
Desde el día 10 se libró en la parte sur de la frontera el Freedom Shield batiendo el record de la historia.
Su teatro operacional abarcaba la tierra, el mar, el cielo, el cosmos, la cibernética y otras demás esferas del combate.
Se incrementaron el número de veces del adiestramiento móvil al aire libre a todos niveles y el de los ejercicios de defensa combinada donde se movilizaron el ejército, la policía, los órganos gubernamentales, las entidades de autonomía local y hasta los civiles.
El hecho niega totalmente el carácter «anual» y «defensivo» de los entrenamientos de que hablan los enemigos.
El recrudecimiento del adiestramiento de combate especial con la misión de «eliminar las armas nucleares» de la RPDC, la aplicación de las tecnologías militares ultramodernas como la inteligencia artificial de tipo generador y la participación de la comandancia estratégica y la de flota móvil recién organizadas, dan a conocer más fehacientemente quiénes son culpables que llevan al umbral de guerra la situación de la Península Coreana y sus contornos.
La intención malsana de EE.UU. que simultaneó los ejercicios bilaterales y multilaterales de guerra de agresión en contubernio con sus satélites cuando la situación regional corre peligro, no se puede considerar como una repetición simple de la política hostil a la RPDC que mantenían las administraciones norteamericanas pasadas.
En la situación dada sacamos la conclusión de que la actual administración norteamericana agranda la dimensión de sus ejercicios de guerra de multipropósitos en la Península Coreana y la región dando «continuidad» a la política hostil a la RPDC, si bien revuelca las políticas y órdenes administrativas de su antecesor.
Las maniobras militares de EE.UU. y sus seguidores, destinadas a tomar la superioridad militar en la Península Coreana, región más candente del mundo, nos hacen percibir otra vez cuál opción estratégica debemos tomar para doblegar a nuestros rivales.
Cuanto más EE.UU. recrudece la confrontación con la RPDC, tanto más se multiplicarán nuestros esfuerzos y acciones por preservar la seguridad estatal y la paz regional. Y cualesquier provocaciones y amenazas de los países enemigos encararán con la respuesta aplastante y decisiva.
No se saldrá con la suya en la RPDC la imprudente y cínica «teoría de omnipotencia de la fuerza» de EE.UU