El comentarista de asuntos internacionales, Kim Myong Chol, hizo público un artículo titulado «La ‘doctrina de América primero’ que aboga por los intereses exclusivistas de EE.UU. promoverá aun más la multipolarización del mundo«.
Su texto completo es el que sigue:
El anhelo secular de la humanidad de vivir en un mundo justo, pacífico, estable y rico se enfrenta con una ola levantada por la «doctrina de América primero» de la actual administración norteamericana.
El resurgimiento de la administración de Trump y su filosofía política dan más acicate al círculo vicioso de caos, desconfianza, conflicto y contradicción inauditos, que son el producto de la declinación inevitable del imperialismo norteamericano y la exagerada política exterior de las pasadas administraciones estadounidenses en busca de retrasarla aun que sea un momento.
A primera vista, esta doctrina cristaliza el atributo general de las relaciones internacionales, que se centra en los intereses del propio país, pero, con el paso de tiempo se pone al desnudo su particularidad brutal, agresiva y saqueadora.
La humanidad progresista aspirante a la paz y justicia internacional lanza mirada seria a la cristalización hipócrita del imperialismo norteamericano que insiste en esta concepción.
Hoy en día, esta teoría es condenada y rechazada por diferentes latitudes del mundo.
En su esencia, es el continuo y amplio del imperialismo y hegemonía a que perseguía EE.UU. desde su nacimiento y consiste en el chovinismo extremado y el modo de pensar al estilo yanqui, según los cuales a fin de satisfacer sus codicias no le importan pisotear la soberanía y los derechos a subsistencia y desarrollo de otros países y naciones.
Al tener en cuenta la característica ideal de la «demostración de fuerzas» y la «paz basada en las fuerzas«, no tiene ninguna relación con la aspiración de varios países y naciones del mundo por mantener, fomentar y desarrollar su superioridad.
El proceder de la actual administración norteamericana en virtud de esta doctrina deja saber su carácter agresivo.
La actual administración inició su segundo período de gobernación con la práctica de la política de discriminación extremada cuya meta es el exilio de «inmigrantes ilegales«, por una parte y por la otra, con la retirada de la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y otras organizaciones y convenios internacionales y la muestra de la voluntad de anexar el territorio intangible de un Estado soberano.
Después de tomar el cargo, da más aceleración a su política exterior de carácter agresivo y hegemónico que consiste en esta teoría.
Saca provechos económicos exclusivos practicando la política arancelaria contra los países vecinos, los aliados y los rivales, suspendió totalmente la «ayuda exterior» a otros países quitándose siquiera máscara engañosa de «humanitarismo» e insiste en la propuesta del «recibo de la Franja de Gaza y el desarrollo del lugar de recreación«, consternando así al mundo.
Son el resultado inevitable de esta doctrina la «humillación» y «desprecio» que sufren los países europeos, Japón, la República de Corea y otros aliados que vinieron sumándose a la estrategia de EE.UU. de dominar el mundo unipolar, jactándose de las «relaciones de alianza» de cerca de 80 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Hasta los politicuchos y medios de prensa de los países occidentales fieles a EE.UU. dicen que la política de chantaje de la actual administración norteamericana insinúa la llegada de nueva época en que rige ley de selva y su doctrina no es el aislacionismo, sino el intervencionismo enmascarado.
Y, los medios de prensa y los especialistas conservadores de EE.UU. insisten en la necesidad de agregar la claridad y la calidad de concreto a esta teoría para que ésta haga activa aporte a la ampliación del papel exterior de EE.UU. como «líder internacional«.
Tales opiniones no pasan de ser los ejemplos parciales que refutan que la sociedad internacional saca correcta conclusión luego de analizar concretamente esta concepción.
La doctrina estadounidense enseña a la sociedad internacional y la época actual que uno debe ser más fuerte para defender a sí mismo y la autoconfianza y el autofortalecimiento constituyen una verdad y un remedio poderoso que lleva adelante la historia.
Nuestro Estado, convertido en el primer baluarte antiimperialista y antiyanqui, cultiva sus propias fuerzas enarbolando la bandera independiente y tomando más firmemente la espada nuclear de justicia, con fines de poner punto final a la agresión y saqueo abominables del imperio de mal y escribir nueva página de la historia mundial que aspira la independencia y la multipolarización.
La tragedia de algunos países en que por falta de las fuerzas militares se ven violados la dignidad y el interés estatal sin hacer nada ante la amenaza brutal y chantaje de EE.UU., nos obliga a hacer frente a las fuerzas con las mismas.
La historia siempre está al lado de la justicia y ésta y la conciencia son factores fundamentales que permitieron a la historia de relaciones internacionales no desviarse en el camino correcto de su desarrollo superando las dificultades y tempestades de toda índole.
La conciencia de la humanidad que aspira la época de la independencia y nueva era multipolarizada no tolerará por más tiempo el cinismo anacrónico de EE.UU. que colmado de la teoría hegemónica de que todas las cosas deben servir sólo a EE.UU., impone a otros países el «orden internacional basado en las reglas«, menospreciando sin vacilación alguna las leyes y las organizaciones internacionales para satisfacer sus intereses chovinistas.
Las fuerzas del mal contagiadas por la idea demente de destruir la paz y seguridad del mundo y amenazar la subsistencia de la humanidad, serán sentenciadas duro por la historia y se adelantará la destrucción de la doctrina hegemónica a estilo yanqui, sólo cuando la humanidad progresista unida con la justicia cultive sus fuerzas y lo ponga de pleno manifiesto.
Cuanto más recurre la actual administración norteamericana a tal doctrina, tanto más se acelerará la multipolarización del mundo y, a la larga, la destrucción total de EE.UU. y el imperialismo.