El portavoz de la Asociación de Estudio de Derechos Humanos de Corea (AEDHC) publicó ayer una declaración siguiente:
Según trascendidos, el Congreso de Estados Unidos aprobó a Julie Turner, nombrada por Biden como “enviada especial encargada de los asuntos de derechos humanos del Norte de Corea” del Departamento de Estado.
Por decir algo de ella, ganó mala fama en la campaña intrigante de “DDHH” anti-RPDC por haber soltado los chismes de toda índole.
Sus palabras absurdas no pasan de ser un sofisma de una ignorante que no sabe ni siquiera la concepción de DDHH o de una violadora de DDHH que contrae el vicio crónico de EE.UU. que se entremete en los asuntos de los Estados soberanos y denigra a su gusto a ellos.
Esta canalla había venido tratando durante 16 años los “asuntos de DDHH” en el Departamento de Estado de EE.UU., lo cual facilita saber cuán muchos países o naciones había sido insultados por ella.
Solo con la aprobación de esta mujer malvada como “enviada especial de DDHH” del Departamento de Estado, permite conocer la visión hostil de la administración norteamericana sobre la RPDC.
Ella, que trabajaba durante más de 10 años como funcionaria subalterna del Departamento de Estado, dijo que desea que inicie cuanto antes su deber, lo que me parece que ella considera su cargo como una dignidad de alta jerarquía.
Turner debe tener presente que fue seleccionada como sirvienta política para el escándalo de presión anticoreana en la esfera de DDHH, presentada por la Administración de Biden que está en aprietos en la confrontación nuclear Corea-EE.UU.
Las administraciones antecedentes de EE.UU. recurrían obstinadamente a la confrontación con la RPDC, manoseando la “tarjeta de DDHH“, pero, al fin y al cabo, se vieron obligadas a sufrir mayor derrota y vergüenza. Y los “enviados” predecesores fueron retirados sin “resultado” alguno durante sus mandatos.
Ella sentirá escalofríos de que desempeñar la protagonista de los alborotos de “DDHH” de la Administración estadounidense es mil veces menos que trabajar como funcionaria subalterna del Departamento de Estado.
A menudo llega tarde el arrepentimiento.
La realidad en que EE.UU. se enfrasca en el complot de “DDHH” extremando las acciones militares anti-RPDC, nos enseña que hacemos a EE.UU. a pagar un precio inolvidable y formidable al enfrentarle con la acción más dura e implacable que el pasado.
Ojo por ojo, diente por diente, dice un refrán.
EE.UU. debe ser prudente en las palabras y acciones, al tener presente que sería bumerán el “problema de DDHH del Norte de Corea“, o sea, causaría la inquietud de seguridad de su país.