El socialismo humano-céntrico es la máxima herencia patriótica que ha legado al pueblo el gran Líder, camarada Kim Il Sung.
Nacido en la choza de Mangyongdae, el Presidente Kim Il Sung abrigó el gran propósito de construir una nueva sociedad sin clase explotadora observando en su infancia el aspecto miserable del pueblo.
Y en los días de sus primeras actividades revolucionarias, tomó la firme decisión de levantar sin falta un mundo donde vivan bien las masas trabajadoras partiendo de su experiencia de vida sobre los fenómenos sociales desiguales y contradictorios.
Al emprender la revolución coreana bajo la bandera de la «UDI (Unión para Derrotar al Imperialismo)«, presentó la meta revolucionaria de lograr la liberación de la patria y construir sobre este territorio patrio el socialismo y el comunismo en que se haya materializado cabalmente la independencia de las masas populares.
En el tiempo de la lucha armada antijaponesa y también los días en que practicaba una revolución democrática en la patria recién liberada, el Presidente siempre pensaba cuál debía ser el socialismo a establecerse en el país y a qué dirección y en qué principios debía cumplirse la causa de la construcción socialista.
El Presidente consideraba que el socialismo a construirse en Corea debe ser el socialismo en que las masas populares se hicieran el dueño de lo todo de la sociedad y todo sirviera a éstas.
A mediados de la década de 1950, los dogmatistas propusieron la «teoría de inconveniencia» de la transformación socialista disparateando que es imposible transformar las relaciones de producción sin lograr la industrialización socialista.
En abril de 1955, el Presidente aclaró la posición independiente de abrir por propia cuenta el camino inexplorado del socialismo al publicar una tesis histórica sobre el carácter y tareas de la revolución coreana.
Según su orientación original, se cumplió en agosto de 1958 en Corea la transformación socialista de relaciones de producción y se estableció el régimen socialista centrado en las masas populares.
Esta herencia del Presidente deviene la vida e invariable convicción del pueblo coreano.