El jefe de la oficina de la política del Instituto de Estudios de Japón del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular Democrática de Corea hizo pública el día 17 una declaración titulada «La Carta Blanca de Defensa de Japón es de punta a cabo el guión de guerra para realizar su ambición de reagresión«.
El texto es el siguiente:
Japón, que colmado de la ambición de reagresión se enfrasca en adquirir la capacidad de ataque preventivo, hizo pública la «Carta Blanca de Defensa para 2025«.
En su documento, el país isla volvió a criticar de modo rutinario las justas medidas que toman la RPDC, China y Rusia para el fortalecimiento del poderío militar, como «amenaza inminente«.
El hecho no es más que un sofisma descarado encaminado a justificar sus maniobras de convertir a su país en una potencia militar, al encubrir su fachada amenazante que exacerba de manera escalonada la situación regional tras entregar todas sus extensiones territoriales como base avanzada militar y de abastecimiento militar para la realización de la hegemónica estrategia de Indo-Pacífico de EE.UU.
Como es conocido por todos, Japón oficializó la posesión de la capacidad de ataque preventivo mediante la enmienda de la «Estrategia de Seguridad Nacional» y para ese fin da más aceleración a la compra de misiles de largo alcance de fabricación extranjera y al desarrollo por propia cuenta de los misiles de mismo tipo.
Tras aumentar en máxima envergadura de la historia la cuota de defensa para el 2025, Japón se aferra más que nunca al refuerzo del poderío militar, así como la compra del misil aire-aire de mediano alcance, el misil crucero aire-tierra de largo alcance y otros equipos relativos valorados en casi 3700 millones dólares desde EE.UU.
Y planea emplazar desde este año 400 misiles cruceros Tomahawk de fabricación norteamericana y el proyectil tierra-mar tipo 12, cuyo alcance de tiro es alargado en más de mil kilómetros, que se ha modificado para su uso en la tierra, aire y mar.
Insatisfecho de declarar abiertamente la posesión de capacidad de ataque preventivo contra las esferas jurisdiccionales de otros países, este país criminal de guerra trata de tomar en su mano los medios de ataque de largo alcance con un radio de operación que sobrepasa el linde del archipiélago. Tal proceder es un intento peligrosísimo que vulnera la paz y seguridad regionales y mundiales y lleva la situación regional a la fase muy tirante.
Japón, que hasta la fecha vino fingiendo ser un «Estado pacifista» bajo el principio de la «defensa exclusiva«, se desespera con ojos inyectados de sangre por estructurar la capacidad de cumplimiento de guerra agresiva como la capacidad de ataque de larga distancia y la operacional de trans-esferas, lo que no es una simple contramedida pasiva o temporal frente al «estado tenso de la situación regional periférica» sino el rumbo de la política militar perseguido de manera persistente y prolongado presentándolo como meta estratégica inmediatamente después de su derrota en la guerra.
El desenvolvimiento de la actual situación evidencia una vez más que los esfuerzos de la RPDC orientados a fortalecer el disuasivo de guerra nuclear devienen una contribución indispensable para frustrar las maniobras provocativas de EE.UU. y sus fuerzas aliadas, que se tornan más abiertas en la palestra mundial, y mantener el equilibrio estratégico y la estabilidad de la región.
La Carta Blanca de Defensa de Japón es de punta a cabo un guión de guerra para realizar la ambición de reagresión y no serán tolerados jamás sus maniobras de convertirse en una potencia militar que amenazan seriamente la paz y seguridad regionales.
La región y la sociedad internacional han de redoblar la vigilancia sobre la cada día más imprudente ambición de Japón de convertirse en potencia militar, y rechazarla tajantemente