EE.UU. está obsesionado por ampliar la estructura de enfrentamiento total con la RPDC.
Según los datos publicados el día 21, quedaron desplegados hace poco en la base aérea de Suwon de la provincia de Kyonggi de la República de Corea más de una decena de cazas FA-18 Super Hornet de apodo Fighting Bengals, pertenecientes al batallón de ataque de la infantería de marina de EE.UU.
Al respecto, el Pentágono anunció que “el objetivo de emplazamiento está en ofrecer las experiencias de ejecución de las operaciones en la región de Indo-Pacífico” y esos cazas están realizando con el país aliado los “ejercicios para elevar el grado de preparación y la capacidad de golpe letal“.
Además, como si amenazara a alguien, publicó hasta la escena de despegue de varias unidades de FA-18 Super Hornet.
Según trascendidos, estos aviones de combate librarán diversos ejercicios conjuntos, permaneciendo en la RC más allá de agosto.
El mundo conoce bien que FA-18 Super Hornet es para la batalla especial con la misión de atacar “a modo de tenaza” las base principales de la contraparte y su “comandancia de guerra” con las bombas teledirigidas de precisión como JDAM.
Alentadas por la fanfarronada de su amo gringo, el círculo militar de la RC chismeó que “se espera también el efecto de aumentar el disuasivo sobre el Norte ya que se despliega de una manera prácticamente permanente la poderosa aviación de la infantería de marina de EE.UU.“.
A pesar de eso, hasta hace algunos días, EE.UU. habló tanto del diálogo por conducto de un portavoz del Departamento de Estado, el embajador norteamericano en la RC y otros que dijeron que “no hay cambios” en la política de su país sobre la RPDC, inclusive el diálogo, y “se mantiene abierta” la puerta de negociaciones.
Esos maníacos de enfrentamiento, habituados a hostilizar a la RPDC, dicen palabras edulcorantes sobre el diálogo para realizar fácilmente su ambición de atropellarla al inducirla al relajamiento espiritual y psíquico.
No vale la pena iniciar siquiera el diálogo malintencionado y de otra cara del enfrentamiento.
A través de las relaciones de varias décadas con EE.UU., la RPDC experimentó bastante en carne propia lo que le trajo el diálogo y lo que éste le hizo perder.
Al cabo de observar todo el proceso de diálogo RPDC-EE.UU., la imparcial sociedad internacional ha sacado ya la conclusión de que este segundo es país desleal que no cumple sus compromisos pasando el tiempo por gusto.
A citar un ejemplo, aunque fue aprobado entre ambas partes el Acuerdo Básico durante la administración Clinton, EE.UU. vino obstaculizando su cumplimiento con diferentes pretextos y lo canceló por completo en el ejecutivo de Bush.
No vale discutir más del crédito si se toma en cuenta el entorno político de EE.UU. donde cada vez que se cambia la administración, la fracción política en el poder “cocina” acorde a su “gusto” y “estado de humor” hasta el acuerdo interestatal, declarado solemnemente al mundo, y lo echa a perder al final como basura.
Todos los hechos muestran que EE.UU. es “país atrasado y bribón en el terreno político” que cancela sin vacilación alguna hasta un tratado o acuerdo concertado a nivel estatal.
En estos tiempos en que llega a la etapa crucial la campaña electoral por la presidencia, el oficialmente confirmado candidato republicano Trump dijo en su discurso de aceptación de candidatura que “él se ha llevado bien con ellos” y “sería bueno llevarse bien con alguien que tenga muchas armas nucleares y otras cosas“.
Si bien él genera las expectativas de relaciones bilaterales con tales palabras alusivas a la RPDC, ésta no hace caso de ellas porque no será cambiado en ninguna administración el entorno político de EE.UU., desordenado por la trifulca entre los dos partidos políticos.
Es verdad que durante su mandato, Trump trató de extender la amistad personal entre los mandatarios a los vínculos interestatales, pero no pudo producir cambios realmente positivos.
Hay que diferenciar lo público de lo privado.
Es decir, hace falta distinguir la política exterior de un país y el sentimiento individual.
Durante casi 80 años desde la fundación de la RPDC, EE.UU. practicó todo el tiempo contra ella una política hostil, más brutal y obstinada.
La primera vino cultivando su potencial autodefensivo para defender su idea, régimen, dignidad y existencia y está bien preparada para el enfrentamiento total con el segundo.
Debido a los graves errores estratégicos de las sucesivas administraciones, llegó ya el tiempo en que EE.UU. debe preocuparse primero de su seguridad nacional.
¿Cómo la RPDC podrá creer las palabras de EE.UU. como diálogo y negociaciones cuando este despacha a menudo sus activos estratégicos nucleares y realiza frenéticos ejercicios de la guerra de agresión, que prevén hasta la operación nuclear, reforzando pertrechos sofisticados?
Le convendría a EE.UU. tomar una opción correcta en el asunto de cómo tratarse con la RPDC en el futuro, a base de la meditación sincera de las ganancias y pérdidas emanadas de la historia de enfrentamiento bilateral.
El paro o no del segundero de enfrentamiento bilateral depende totalmente del comportamiento de EE.UU.