Los políticos estadounidenses, que se creen “apóstoles de la paz“, suelen decir que su país no tiene ninguna intención hostil a la RPDC.
Es demasiado el descaro de EE.UU. que trata de engañar a todo el mundo con esa frase simple que carece del respeto a la soberanía y régimen de la contraparte y de la garantía del verdadero derecho al desarrollo y la paz.
Hace poco, el periódico británico Daily Mail reveló que la aviación norteamericana desplegó para el combate más de 100 misiles que tienen la misión de destruir o neutralizar las instalaciones nucleares, las otras militares de todo tipo y los sistemas de misiles de la RPDC.
Según la fuente, una vez cargados en el bombardero estratégico nuclear B-52 o el drone, etc. esos artefactos serán usados en el tiempo de emergencia en el ataque EMP no sólo contra la RPDC, sino también contra China y Rusia.
Durante el “entrenamiento general de formación combinada” realizado con los títeres de la República de Corea, EE.UU. ejercitó ya el ataque preciso a los “blancos principales” de la RPDC movilizando por primera vez hasta el drone MQ-9 Reaper.
Lo intolerable del caso es que en la maniobra militar conjunta Freedom Shield, efectuada en marzo pasado, practicó alguna parte del nuevo “Plan Operacional-2022“, que toma como hecho consumado el ataque preventivo a las instalaciones y zonas principales de la RPDC, y elaboró hasta la lista de más de 25 mil objetivos importantes que serán golpeados primero en el tiempo de emergencia.
Además, bajo el pretexto de hacer frente a la supuesta “amenaza nuclear” de la RPDC, China y Rusia, EE.UU. da buen impulso al desarrollo, producción, despliegue y otros pasos de modernización de armas nucleares, inclusive el nuevo ICBM “LGM-35A Sentinel”, la bomba nuclear de nuevo modelo “B61-13” y el bombardero estratégico nuclear Stealth “B-21 Raider“, y aprobó oficialmente a finales del año expirado el uso operacional de la remodelada bomba nuclear táctica “B61-12“.
Para colmo, la maniobra conjunta de gran dimensión Ulji Freedom Shield, prevista para agosto que viene, es conocida desde ahora como “ejercicio de ataque nuclear” tanto en vista de la situación dada como en su carácter.
Este entrenamiento militar tiene como objetivo completar finalmente y ejecutar totalmente los planes de guerra nuclear como el “Plan Operacional-2022” movilizando los armamentos militares ultramodernos, inclusive las propiedades estratégicas nucleares. Por lo tanto, demuestra claramente que no pasa de ser una hipocresía la muletilla de EE.UU. de “no tener ninguna intención hostil“.
La situación turbia en que no se puede prever cuándo ni cómo se extenderán a la batalla real los ejercicios de “ataque nuclear“, que se librarán cerca de las fronteras sur de la RPDC apuntándola directamente, constata que no se debe creer las palabras de los enemigos, sino confiar solo en la fuerza propia capaz de doblegarlos de manera aplastante.
Si EE.UU. intenta probar la fuerza y voluntad de la RPDC con acciones provocativas como ejercicios militares de gran envergadura con sus lacayos, deberá meditar primero sus consecuencias desastrosas.
No es la palabra, sino la acción lo que la RPDC toma como su norma en juzgar si EE.UU. tiene o no la intención hostil.