Comunicado de prensa del representante permanente ante la ONU

El representante permanente de la República Popular Democrática de Corea ante la ONU, Kim Song, publicó el día 5 el siguiente comunicado de prensa:

El día primero, Estados Unidos y los países occidentales publicaron con sus seguidores una “declaración conjunta” sobre la desintegración del grupo de especialistas del comité de sanción anticoreana del Consejo de Seguridad de la ONU.

En cada frase de ese documento que hace recordar una despedida del duelo, pude leer tal como son la predilección y fanatismo de EE.UU. y el Occidente por el grupo referido y el sentimiento lúgubre de ellos que están aturdidos ante su disolución.

No es una sorpresa que lastimaran tanto el fin de esa entidad venal EE.UU. y los países occidentales que vinieron manteniendo sus derechos adquiridos a costa de las desgracias y sufrimientos de otras naciones, bajo el pretexto de preservar la paz y seguridad internacionales.

Sin embargo, aunque no quieran reconocer, ellos deben aceptar la realidad con humildad y reflexionarse seriamente del fracaso de su política hostil anti-RPDC, caracterizada por la arrogancia y egocentrismo.

La “declaración conjunta” tergiversa la disolución del grupo de especialistas como si fuera un desastre causado por el ejercicio de veto de un miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Pero, de hecho, es una sentencia de la historia a la ilegal entidad intrigante que vino sirviendo como aparato de hegemonía de EE.UU. y los países occidentales deseosos de acabar con el derecho a la existencia de un Estado soberano.

La opinión pública de la sociedad internacional ha dado espaldas ya no solo al grupo en cuestión, que viene engañando a todo el mundo mediante la divulgación de datos y rumores falsos, sino también a las fuerzas que consideran la ONU como un simple instrumento para dominar el mundo.

Aunque las fuerzas hostiles organicen en el futuro el segundo y tercer grupos de ese tipo, éstos serán condenados a la autodestrucción con el paso del tiempo.

Si EE.UU. y sus satélites persiguen de continuo la anacrónica política hostil a la RPDC sin aprender la lección del presente caso, sufrirán la derrota estratégica más trágica.