Discurso de Kim Jong Un en su visita al Ministerio de Defensa Nacional

Miembros del Ministerio de Defensa Nacional, supremo órgano de dirección de las fuerzas armadas de la República, suboficiales y soldados aquí presentes para celebrar por todo lo alto el aniversario de la fundación de nuestro glorioso ejército;

Fidedignos oficiales y soldados de los primer, segundo, cuarto y quinto cuerpos de ejército que en estos precisos momentos defienden con abnegación el frente fronterizo de nuestra patria;

Oficiales y soldados del cuerpo de ejército de la defensa de Pyongyang que cumplen fidedignamente su honrosa misión;

Oficiales y soldados de todos los cuerpos de ejército y unidades motorizadas, de infantería, tanques y carros blindados que defienden con firmeza el territorio y las aguas jurisdiccionales en las regiones orientales y occidentales de la patria;

Oficiales y soldados del duodécimo cuerpo de ejército que defiende la frontera septentrional y de la guarnición fronteriza;

Nuestros valerosos oficiales y soldados de distintas tropas;

Todos los oficiales y soldados del Ejército Popular:

Les extiendo mis calurosas felicitaciones y saludos de estímulo con motivo del 76º aniversario de la fundación del Ejército Popular de Corea, fiesta gloriosa de nuestro Estado y pueblo.

Aprovecho esta ocasión para rendir mi más sincero tributo a los mártires revolucionarios y del Ejército Popular y a los respetados veteranos de la guerra que engalanaron con hazañas y prodigios imperecederos los albores de la historia de construcción del ejército autóctono y las décadas de la gran victoria.

De igual forma, transmito mi sincero agradecimiento a todo el pueblo y familiares de militares que apoyan de manera incondicional la causa de nuestro Partido de la construcción de un ejército poderoso.

De pie en este lugar, no sé con qué palabras agradecer a los oficiales y soldados de nuestro ejército que llevan cada día más cargas a cuestas y sufren como nadie y cómo valorar sus méritos excepcionales.

El mero pronunciamiento del Ejército Popular me produce un intenso ardor en el corazón y su imagen heroica me colma de emoción.

Sus gloriosos 76 años han estado sembrados de triunfos y proezas, pese a la diversidad de los sucesos y las múltiples pruebas.

Desde que nació hasta la fecha, ha sido fiel a la sagrada misión que le han confiado la época y la historia, ha salvaguardado la más justa idea y causa y ha luchado en aras de la paz y el bienestar del pueblo. Sería un cuento de nunca acabar hablar de sus grandes hazañas e innumerables méritos en ese empeño.

La mayor de todas las hazañas que resplandecen en su historia de la lucha heroica es que, infinitamente fiel a su misión intrínseca, ha defendido con firmeza la soberanía y dignidad del país y pueblo y asegurado la paz y estabilidad del chantaje militar del imperialismo y el peligro de la guerra.

En nuestra revolución se escribió la inaudita historia de que el ejército se fundara antes que el Estado. Esto se debe a que la soberanía en sí se defiende y se ejerce únicamente con la violencia revolucionaria que pueda aplastar la tiranía imperialista, con la inexorable victoria en la lucha.

Nuestro Ejército Popular ha sido una conquista de la lucha prolongada del pueblo para recuperar su libertad y derechos como los de la existencia y desarrollo. Asimismo, defender firmemente la soberanía, de la que no podemos privarnos y que no debe ser violada nunca más, ha sido la misión más importante y sagrada de nuestro ejército.

Al asumir la responsabilidad histórica de la defensa del poder estatal, cuya defensa no es nada fácil, nuestro ejército ha recorrido indómito en sus largos 76 años el abrupto camino de la reñida lucha política y de clases.

Son incalculables los éxitos de combate y las hazañas heroicas que en ese trayecto no recorrido por nadie han cosechado nuestros oficiales y soldados a costa de la sangre y la vida.

En todos los lugares donde se ejerce la soberanía estatal, el Ejército Popular ha controlado resueltamente toda clase de desafíos y amenazas del enemigo y ha defendido inexpugnable la cerca del país, con lo cual ha salvaguardado cabalmente el bienestar, los derechos y los intereses de la patria y el pueblo, la idea y la causa del Partido. En virtud de su inestimable sacrificio e historia de victorias heroicas, nuestro pueblo ha logrado la gran prosperidad del Estado y el fortalecimiento del ejército, tomando fuertemente la soberanía y ejerciendo plenamente sus derechos en la política, la defensa, la economía, la cultura y las relaciones exteriores.

La absoluta fuerza, dignidad y prestigio de nuestro Estado se fundamentan en las invaluables hazañas y triunfos alcanzados por nuestro ejército al precio de la sangre, el sudor y sacrificio.

En su afán de construir un Estado más poderoso y floreciente, nuestro Partido persigue recuperar y ejercer con dignidad todos nuestros derechos soberanos sin excepción y se plantea como primerísima tarea perpetuar la seguridad estatal.

Para ello, debe poseer una fuerza absoluta que impide a otros agredirlo, una fuerza poderosa con que dominar al enemigo.

Recientemente, nuestro Partido y gobierno hicieron un balance de la historia nacional de división y enfrentamiento, definieron a la República de Corea títere como primer Estado hostil y enemigo invariablemente principal que impide nuestro camino como mayor obstáculo y determinaron como política estatal ocuparla y subyugarla en caso de emergencia, lo cual es una medida a todas luces justa en bien de la eterna seguridad del Estado y su futura paz y estabilidad.

Con ello, tomamos la iniciativa de deshacernos de las trabas de la realidad que nos forzaban a empeñarnos, maniatados por la retórica de que somos una misma nación, en diálogos y cooperación formales con los títeres de la República de Corea que buscan desmoronar el poder de nuestra República y sueñan con la unificación por absorción. Tras definirla como Estado obviamente hostil y con el legítimo derecho de atacarla y derrotarla ante su mínimo intento de agredirnos, pudimos consolidar el poderío militar, mantener el estado de reacción sumamente intransigente, preservar la dignidad del Estado socialista, soberano e independiente y controlar mejor nuestro ámbito de acuerdo a los intereses de nuestro Estado.

Pudimos adoptar la resolución trascendental de dar ese giro en la política y tomar una actitud inflexible ante el enemigo porque contamos con un ejército plenamente preparado en cuanto a la voluntad de defender la soberanía y la capacidad militar y tecnológica.

Son únicamente nuestras fuerzas armadas revolucionarias dirigidas por el Partido del Trabajo de Corea las que concluyen como victoria irrefutable cada una de sus confrontaciones con el imperialismo y defienden honrosamente la dignidad de la patria y el pueblo en este mundo en que se usurpan despiadadamente poderes y territorios y son la rutina diaria los ensangrentamientos debido a la política hegemónica y las brutales agresiones del imperialismo.

La brillante historia del fortalecimiento de nuestro ejército como tropas indestructibles que han defendido con firmeza la seguridad y la soberanía de nuestro Estado se ha escrito siempre junto con la de su ingente creación y construcción en aras de la patria y el pueblo.

Nuestra patria y pueblo sienten eterna gratitud con los esfuerzos del ejército y acogen su aniversario como una de sus fiestas más significativas, porque él ha tenido un papel insustituible y ha realizado resonantes méritos tanto en la defensa del poder estatal como en la construcción socialista y el fomento del bienestar del pueblo.

Es precisamente nuestro Ejército Popular el contingente de hombres leales y fidedignos que comparten con el Partido la vida, los riesgos de la muerte, la alegría y las penas, aceptan gustosos sus órdenes e instrucciones, no importa que sean misiones militares o tareas económicas, y las cumplen de manera cabal y exhaustiva, con una puntualidad constante.

Nuestros militares nunca necesitan de una explicación prolija.

Son ellos quienes, antes de que se les dé interpretación alguna, captan con toda el alma lo que le aflige al Partido, tienen conciencia de la proximidad del momento histórico que requiere de su protagonismo y se apresuran sin vacilación a los lugares donde deben soportar mayores sufrimientos.

Sus estandartes llevan inscrito el corto lema Por la eterna prosperidad de la patria y el bienestar del pueblo, pero su misión y tareas han sido importantísimas y sus méritos no han sido solamente de carácter militar.

En la larga trayectoria de la patria desde el inicio de su restauración posbélica hasta la fecha, la construcción socialista ha sido para el ejército la primera tarea revolucionaria, tan importante como la defensa del poder estatal, y aun en las críticas situaciones su magnitud no se ha minimizado ni se ha aplazado su cumplimiento.

Las huellas de nuestros militares se han grabado en todos los rincones de la patria donde se promueven el desarrollo y la creación, entre ellos las plantas metalúrgicas y las minas que constituyen el fundamento de la economía nacional, los ferrocarriles y carreteras que son la arteria del país, los campos, canales de riego y pólderes que garantizan la felicidad del pueblo.

Son también sus creaciones todos los espíritus de la época que brillarán eternamente en la historia nacional y los monumentos erigidos en virtud de ellos.

Toda su valiosa vida, dignidad, orgullo, honor y felicidad ceden lugar, sin un ápice de lástima, al orgulloso llamamiento de Ejército Popular.

Siguiendo las huellas honradas y bellas imprimidas por ellos con el espíritu revolucionario y tenaz y el entusiasmo patriótico, se transforma la fisonomía de la patria, se prepara el nido de vida del pueblo y se producen sus risas de felicidad.

En todas las obras del año pasado, como la construcción de viviendas llevada a cabo simultáneamente en la capital, la zona de Komdok y en distintas latitudes del país, la de canales de riego, la instalación de barreras en las fronteras, la producción cerealera y el resarcimiento de los daños naturales, nuestros militares fueron los primeros en realizar méritos abriendo la trocha.

El año pasado todos los generales, oficiales, soldados y sus familiares fueron los primeros en reducir su ración de arroz para superar la carencia alimentaria que enfrentó el país desde los primeros días de enero. En su mayor avance y ofensiva hicieron de ese año el más glorioso de la historia del ejército al cumplir a cabalidad las tareas que les encomendó el Partido y adornarlo con méritos y prodigios legendarios.

De no haber sido por el papel y proezas excepcionales del Ejército Popular no habríamos podido hacer el balance del año pasado con la frente bien alta ni asegurarnos, como lo hacemos hoy, de la plena prosperidad, rebosantes de ánimo y convicción.

Podríamos calificar el 2023 como la síntesis de la larga y gloriosa historia de victorias que nuestra patria y pueblo han alcanzado apoyándose en el papel de vanguardia del colectivo militar, bien preparado en lo ideológico y de gran capacidad de combate, y como la página más brillante de esa crónica.

En fiel respuesta al llamamiento del Partido, hoy nuestro ejército ha iniciado una obra honrosa y gigantesca como ninguna otra, denominada la revolución de diez años, consistente en metamorfosear las industrias locales y por doquier flamean con brío los estandartes de honor convocándonos a un nuevo ascenso de la revolución.

Estas insignias que representan las almas rojas y los incontables méritos de los soldados del Ejército Popular le añaden el esplendor y vigor a nuestro pabellón nacional y delinean con mayor claridad ante nuestros ojos el futuro de nuestras transformaciones.

Nuestro Partido se siente infinitamente orgulloso y alentado por contar con el ejército más fidedigno y en el que puede confiar la vanguardia de la revolución tanto en los tiempos apacibles y benignos como en los momentos críticos para el país.

Los consecuentes oficiales y soldados del Ejército Popular, si bien llevan todas las cargas pesadas en los dos frentes de la defensa nacional y la construcción socialista apretándose el cinturón en todo momento, no desean más que una palabra de apreciación de su Comandante Supremo, y luchan invariablemente con el concepto de la revolución y de la vida que los hace sentir mayor orgullo y felicidad compartiendo la misma idea con su Comandante Supremo. Y a cada instante me infunden inagotable fuerza y ánimo.

Con su bregar heroico nuestro ejército ha escrito en la pared de su historia la verdad de que solo un Estado y pueblo que avanzan con el ejército en la vanguardia de la revolución se mantienen incólumes ante cualquier desafío y crisis y logran el ininterrumpido desarrollo y prosperidad.

Aprovechando esta ocasión significativa, una vez más felicito y agradezco a todos los oficiales y soldados del heroico Ejército Popular de Corea representando al Comité Central del Partido y el gobierno de la República y reflejando el sentir de todo el pueblo.

Compañeros:

Sobre las proezas y méritos que entrañan distintos sucesos descansan la dignidad nacional que debemos defender a costa de la vida y el ideal del pueblo que hemos de realizar a cualquier precio.

El Partido del Trabajo de Corea que asume una responsabilidad absoluta ante la patria y el pueblo, se apoya y seguirá apoyándose en la valentía y lealtad de las fuerzas armadas revolucionarias, y con ellas anticipará la prosperidad de la República.

Por muy crítica que sea la situación y múltiples las dificultades, nos sentimos seguros con el ejército a nuestro lado y confiamos en la victoria de cualquier empresa difícil y voluminosa si de ella se encarga el ejército. Esta es la creencia del pueblo de este país.

Debemos responder a esa confianza y defender, con el empeño tenaz y los resultados perfectos, la convicción del pueblo de que la política del Partido es científica y real.

Compañeros;

Nuestro ejército debe poseer una fuerza más poderosa y con esta fuerza irresistible prevenir la guerra y defender la paz a toda costa.

La paz no se logra por medio de la súplica y la negociación.

Ahora en la frontera vemos a los mutantes maniáticos con la guerra que están en el poder apuntarnos con el fusil y amenazar la seguridad de nuestro Estado.

Recordemos una vez más que la guerra no se anuncia de antemano.

Debemos mantener de continuo el estado de guerra.

Si el enemigo procede al uso de la fuerza contra nuestro Estado, tomaremos la resolución de cambiar la historia y movilizaremos sin vacilación todos los medios superpotentes que están a nuestro alcance para acabar con él.

Compañeros;

Todos los oficiales y soldados del Ejército Popular que han seguido siempre en la vanguardia la idea y la causa del Partido defenderán con firmeza la sagrada soberanía de nuestra patria gloriosa, la República Popular Democrática de Corea, y el honor del pueblo coreano y demostrarán sin reserva la peculiaridad espiritual y el temperamento del ejército en honrosa empresa para anticipar el período de desarrollo integral de una potencia próspera con la inflexible convicción revolucionaria, el inconmovible espíritu patriótico, el valor heroico e ímpetu sin par y el servicio abnegado.

Por contar con el destacamento indestructible, el ejército revolucionario élite, nuestros Partido, Estado y pueblo vencerán para siempre.

Con la seguridad y el optimismo de la nueva gran victoria, luchemos todos, unidos con la misma voluntad, por la prosperidad eterna de la patria y el bienestar del pueblo.

¡Gloria eterna a nuestras orgullosas fuerzas armadas revolucionarias!

¡Viva el heroico Ejército Popular de Corea!