Durante el período de la Guerra de Liberación de la Patria (25 de junio de 1950- 27 de julio de 1953) los médicos militares en el frente donaron la sangre e incluso sacrificaron la vida para los combatientes heridos en las cotas envueltas en llamas. Sus hazañas brillan en las páginas de la historia de gran victoria en dicha contienda.
Honor de una médica militar en el frente
En el periódico “Rodong Sinmun” fechado el 23 de enero de 1951 (Juche 40) se insertó la nota de una médica militar titulado “Por la noche de un día de nieve”.
He aquí su extracto.
“Fue una noche en que caía la nieve en silencio. Medí la temperatura de un soldado herido con el termómetro y marcaba 39ºC. Sin más demora preparé para inyectarle, pero no pude hacerlo por falta del agua destilada… Al fin decidí encender el fuego y hervir el agua ordinaria para sacar el líquido necesario. Unos minutos después, empezaron a formarse las gotas de agua en la parte interior de la tapa del esterilizador… Poco después ese soldado se recuperó completamente y volvió a salir al frente. De esta manera ya restablecí a ciento y tantos heridos en 6 meses desde el inicio de la guerra. Viéndolos volver a salir al frente yo no puedo reprimir el infinito honor y la alegría indecible.”
Médica asistente del tercer regimiento
El tanque enemigo arremetía persistentemente a la cota dando ruidos estruendosos. Pero toda la atención de la médica asistente se concentraba sólo en la jeringa, porque ella transfundía su sangre por segunda vez a un soldado de comunicaciones herido. El ruido del tanque se le acercaba aún más y en su contorno estallaron sucesivamente las balas y los proyectiles, pero ella no pudo acelerar la velocidad de transfusión de sangre ni mucho menos detenerla. En el momento en que ella empujaba al herido hacia el declive luego de trasfundirle hasta la última gota de sangre con mucha paciencia, sintió un pinchazo en la pierna derecha. Fue que un casco del obús del tanque la había atravesado. Ella perdió el sentido. Dos días después volvió en sí y encontró la herida restañada de manera natural…
La muchacha de cuerpo pequeño no se veía, pues llevaba a cuestas a un soldado bastante corpulento, además de dos mochilas, el maletín de emergencia médica, dos fusiles y una pistola. Pero la muchacha empezó a dar pasos uno tras otro con mucho afán. La rampa de la montaña se le hacía cada vez más escarpada. Concentrando la fuerza en sus pies, primero gateó, luego arrastró al herido recogiendo todas las fuerzas. Así atravesó decenas de ries por la línea enemiga. Al entrar en la zona de nuestras tropas con el herido a la espalda, se desplomó…
Los exploradores que avanzaban hacia la línea enemiga según la orden de combate, encontraron a una oficial desmayada. Al leer el carné del Partido del Trabajo de Corea sacado del bolsillo de su uniforme militar, uno de ellos gritó: “Esta es la médica asistente del tercer regimiento considerada muerta.”
Ella fue precisamente Ri Hung Ryong, médica asistente del tercer regimiento de la 45 división de infantería, afamada por haber enviado a la cota 1211 a 184 soldados luego de recuperarlos.