Crítica a la actitud nipona

Se torna más abierta la intención expansionista de Japón.

En la reciente reunión del gabinete, el gobierno japonés decidió prolongar un año más el plazo de acantonamiento del barco escolta de las “fuerzas marítimas de autodefensa“, despachado al mar frente a Somalia so pretexto de las “actividades anti-piratería“, e incrementar el número de sus tripulantes.

También acordó alargar un año el período de operación del personal de las “fuerzas de autodefensa” enviado a las tropas multinacionales y grupo de vigilancia, enclavados en la Península Sinai de Egipto.

Lo que no se puede pasar por alto es que se intensifican de súbito las acciones militares de las “fuerzas marítimas de autodefensa” de Japón.

Solo el mes pasado, realizaron el simulacro con la flotilla de portaaviones de Gran Bretaña en el Golfo de Adén del mar frente a Somalia y el otro con las fuerzas navales australianas en las aguas al sur de la isla Shikoku.

Frecuenta desarrollar los entrenamientos con las fuerzas multinacionales en las aguas periféricas, inclusive el adiestramiento militar escenificado en el mar de Filipinas cerca de la parte sur de Japón durante 10 días hasta el día 30 de noviembre con la participación de las fuerzas navales de EE.UU., Australia, Canadá y Alemania.

Con respecto a la presente maniobra en que se movilizaron más de 30 buques, inclusive el portaaviones nuclear norteamericano “Carl Vinson” y decenas de aviones, los especialistas insisten en que ella vulnerará la paz de Asia Oriental y producirá el descontento de los países regionales.

La prolongación reiterada de la presencia militar de Japón en ultramar y los entrenamientos conjuntos de alta intensidad constituyen un acto peligroso para emprender en cualquier momento la agresión a otros países al completar la modernización de las “fuerzas de autodefensa” para el combate real, regularizar y justificar su avance a ultramar.

Después de adoptar la “ley de despacho a ultramar” bajo el vistoso rótulo de “mantenimiento de la paz” en el año 1992, Japón envió hasta la fecha las “fuerzas de autodefensa” a varias regiones del mundo y adquirió de esta manera suficientes experiencias de combate real.

Con tales pretextos, sigue aplazando, por una parte, el período de estacionamiento de sus efectivos despachados y, por la otra, va ampliando el teatro de operación militar en ultramar.

Las “fuerzas de autodefensa” de Japón se han convertido ya en las agresoras de tipo ofensivo por encima del principio de “defensa exclusiva“.

Sin embargo, las autoridades japonesas intentan incrementar más de 2 veces los gastos militares, que se fijaban hasta ahora dentro de 1% del PIB, y decidieron definir en la máxima dimensión de la historia los presupuestos de defensa para el año 2022.

Los medios de prensa japoneses opinan que de suceder eso, el desembolso de gastos militares de Japón ocupará el tercer lugar del mundo.

La meta final del país isla es acelerar su conversión en potencia militar, desarrollar los armamentos ofensivos para mantener a raya a los países regionales y retomar la antigua posición de metrópoli.

Ese criminal de guerra había desatado la contienda agresiva contra los países asiáticos, pero no ha pedido todavía las disculpas sobre sus crímenes cometidos en el tiempo pasado.

Como se ve, la realidad demuestra que si tal país con una peligrosa concepción de la historia mejora su capacidad de ataque militar, puede emprender en cualquier momento la agresión a ultramar. He aquí la razón por la cual la sociedad internacional deberá tomar precaución sobre el movimiento de Japón que debe tener presente que sufrirá más pronto la autodestrucción si sigue portándose así.