El viceministro de Relaciones Exteriores, Ri Thae Song, publicó el día 23 la siguiente declaración:
En la 76ª sesión de la Asamblea General de la ONU, vuelve a flotar el asunto de declarar el fin de guerra en la Península Coreana.
La declaración del fin de guerra tiene un sentido simbólico como manifiesto político que anuncia poner el punto final al estado de armisticio de la Península Coreana que persiste largo tiempo hasta ahora.
Además, es evidentemente un problema que alguna vez, se debe abordar sin falta para avanzar en el futuro en el establecimiento del sistema de preservación de la paz.
Sería muy deseable si la paz llegara a la Península Coreana cuando las partes interesadas celebren una ceremonia tomando las fotos teniendo en la mano el texto de la declaración del fin de guerra sin ninguna fuerza de restricción legal.
Pero, la realidad a ojos vista plantea que es prematuro aprobar ese documento.
Todo el mundo conoce bien que tomaron por su blanco a nuestro país todos estos sucesos: los lanzamientos de prueba del ICBM “Minuteman-3”, efectuados en febrero y agosto de este año en la base aérea Vandenberg del estado de California en el territorio principal estadounidense, la declaración del término de la guía de misil EE.UU.-Sur de Corea, publicada de repente en mayo, y la autorización de la venta de armamentos valorados en miles de millones de dólares a Japón y el Sur de Corea.
También estamos tratando con precaución la reciente decisión de EE.UU. de transferir a Australia la tecnología de construcción del submarino de propulsión nuclear.
No hay ninguna garantía en que la declaración del fin de guerra, que no pasa de ser un papel, dará paso a la cancelación de la hostilidad a la RPDC cuando la situación de la Península Coreana se acerca a la coyuntura a punto de explosión.
No es casual que saliera ya en una parte la evaluación, según la cual es difícil comenzar ahora mismo el debate sobre ese tema porque son diferentes los intereses y cuentas de cada parte.
En el fondo de todos los problemas surgidos en la Península Coreana hay, sin excepción alguna, la política hostil de EE.UU. a la RPDC.
Las tropas norteamericanas y sus colosales propiedades sofisticadas de guerra, desplegadas en la tierra, mar, aire y aguas submarinas de la Península Coreana y su contorno o en el curso de desplazamiento, y los ejercicios de guerra de diferentes títulos, que se libran cada año, demuestran que se torna cada día más brutal dicha política.
Es también un producto de la política hostil anticoreana el doble rasero típico de EE.UU. que estigmatiza de “acto provocador” la justa medida de la RPDC para incrementar las fuerzas de defensa nacional frente a la amenaza militar del primero deseoso de ocupar la segunda por vía militar y describe como “ampliación del disuasivo” el aumento de gastos militares de sí mismo y sus satélites que amenazan a la RPDC.
Mientras no se cambien el ambiente político en torno a nuestro país y la política hostil norteamericana, tampoco habrá ningún cambio aunque se declare cien veces el fin de guerra.
Por el contrario, tal declaración en medio de fortalecimiento continuo de la alianza EE.UU.-Sur de Corea dará el resultado trágico de destruir el equilibrio estratégico de la región y llevar al Norte y el Sur a la carrera armamentista interminable.
Lo evidente es que aunque fuera declarado el fin de guerra, esto no pasará de ser un anuncio virtual mientras prosiga la política hostil anticoreana de EE.UU., obstáculo más grande para ese fin.
Todos los hechos comprueban que no estamos todavía en el tiempo de declarar la conclusión de guerra.
Hay que ver correctamente que esta declaración no ayudará en nada en la actualidad a estabilizar la situación de la Península Coreana y puede ser mal usada como cortina de humo que encubre la política hostil de EE.UU.
Ya hemos expuesto oficialmente nuestra posición de que el anuncio del término de guerra no es un “regalo” para alguien y puede convertirse en un instante en papel mojado según el cambio de la situación.
La cancelación de la pauta de doble rasero de EE.UU. y su política hostil es la mayor prioridad para estabilizar la situación y asegurar la paz en la Península Coreana.