Como parte de la ofensiva de presión a China, EE.UU. amenaza últimamente la soberanía e integridad territorial de China interviniendo abiertamente en el problema de Taiwán.
En abril pasado, la administración norteamericana publicó nueva guía que alivia las restricciones de viajes recíprocos con Taiwán y fomenta el contacto de nivel gubernamental. Y en junio, permitió bajo el pretexto de “suministro de vacunas” la visita de los senadores a Taiwán a bordo de un avión militar.
A mediados de julio, aterrizaron en el aeropuerto de Taiwán un avión de operación especial de las fuerzas norteamericanas y uno de transporte y, en agosto, se tomó la decisión de vender los equipos militares sofisticados, valorados en 750 millones de dólares.
Al mismo tiempo, EE.UU. está enfrascado en las acciones para dar alientos a las “fuerzas independentistas” de Taiwán, así como publicar la intención de invitar a su “presidente” a una “reunión” internacional.
Además, planea formar una estructura de presión internacional contra China involucrando a sus aliados como Japón, Sur de Corea y Europa en el tema de Taiwán.
La intención de EE.UU., que se obstina en el delicado asunto de Taiwán, reside en tomarlo como medio de presión para frenar el crecimiento de China, descomponerla y eliminar finalmente su régimen socialista.
Prevenir la separación del país y lograr la reunificación son un asunto sobre la soberanía, seguridad e integridad territorial de China y nadie tiene derecho a intervenir en él.
Tal conducta de EE.UU. demuestra fehacientemente la naturaleza del imperio americano que no repara en medios ni en métodos para alcanzar sus malsanos objetivos.
Ahora, China hace frente rotundo a las maniobras de EE.UU. que persigue la división perpetua del país.
Denunciando las maniobras norteamericanas como desafío abierto al principio de “Una sola China” y a los 3 comunicados bilaterales y como violación brutal de los intereses esenciales de China, el partido y gobierno chinos declararon con solemnidad la voluntad de lograr la reunificación del país al resolver el tema de Taiwán llevando al fracaso las acciones de las fuerzas anti-reunificación dentro y fuera del país.
Gana el apoyo total del pueblo coreano la posición del partido y gobierno chinos de defender la soberanía e integridad territorial del país rechazando resueltamente el intento de las fuerzas exteriores de fabricar “dos Chinas”.
Enfrascado en los preparativos de la nueva guerra, EE.UU. sigue reforzando sus efectivos también en la Península Coreana y su contorno y trata persistentemente de perpetuar la división de la nación coreana y su territorio y vulnerar la paz y estabilidad regionales.
El pueblo coreano rechaza la intervención de EE.UU. en asuntos internos de otras naciones y sus acciones divisionistas y estará siempre al lado del pueblo chino en la defensa de la causa socialista.