Herencia.

Antes de hablar de Song Song Hui, directora de la Tienda de Lentes de Pyongyang, habría que hablar primero de su padre Song Tae Gwan.

Nacido en una aldea montañosa de la provincia Phyong-an del Norte en agosto de 1912 (Juche 1), comenzó a comerciar con 15 años de edad con 40 manzanos heredados de su madre. Pero su negocio se arruinó poco a poco debido a la política de cruel pillaje del imperialismo japonés que ocupaba militarmente a Corea por lo que se quedó desesperado.

La liberación nacional en agosto de 1945 (Juche 34)  y el llamamiento del Presidente Kim Il Sung de aportar la fuerza quienes la tienen, el conocimiento quienes lo poseen y el dinero quienes cuentan con él para construir un país rico y poderoso, le hicieron colmarse de gran emoción y excitación.

Sin pensar dos veces reunió todos los fondos suyos y fue a Pyongyang donde fundó una pequeña fábrica de lápiz y produjo el primer lápiz de Corea llamada “Samcholli”, con que dio aporte a la campaña de alfabetización y la educación del país. En la historia está bien conocido el hecho de que se planteó el problema del lápiz como la primera agenda de la I reunión del Comité Popular Provisional de Corea del Norte.

El Presidente Kim Il Sung visitó su fábrica en febrero de 1946 (Juche 35) y evaluó altamente su proceder patriótico. En marzo del mismo año le dio otra audiencia, ocasión en que dijo cordialmente que deseaba que los comerciantes e industriales como él con la conciencia nacional y el entusiasmo patriótico hicieran muchos trabajos útiles para el país y el pueblo.

Durante el período de la Guerra de Liberación de la Patria (junio de 1950-julio de 1953) Song Tae Gwan se dedicó a la producción de zapatos, jeringas, bombillas y otros artículos para cubrir la demanda del tiempo de la guerra, y donó más de una vez gran suma de fondos para la ayuda al frente. También se puso en la delantera en organizar la cooperativa según el lineamiento de transformar de manera socialista a los comerciantes e industriales privados en posguerra.

Desde 1959 (Juche 48) hasta el último período de su vida, mejor dicho, el enero de 1994, fue presidente de la Cooperativa de Producción de Vidrio Óptico de Pyongyang, produjo millones de lentes para el fomento de la vista de las personas. También fabricó distintos artículos cristalinos necesarios para el desarrollo de varios sectores de la economía nacional y el adorno del interior de las creaciones monumentales. Durante varias décadas trabajó como diputado de la asamblea popular de la ciudad de Pyongyang y recibió el título del mártir patriótico socialista.

Song Song Hui, la más querida y última hija de sus siete hijos, solía ver a su progenitor murmurando así: “Hace falta que alguien me herede…

Ella conocía bien lo que significaban sus palabras. Estaba acostumbrada ver a su padre trabajar junto con los obreros en la fábrica velando noches y sabía que él sentía mucha alegría cuando había hecho algo útil para la prosperidad de la patria.

Con la decisión de ser excelente patriota como su padre, Song Song Hui, a los 30 años de edad, cambió su profesión y se hizo reparadora de lentes. Tres años después inició la venta de lentes que se producían en la cooperativa del padre.

En marzo de 1993 el Gobierno hizo establecer una tienda de lentes en la zona Kaeson de la ciudad.

Desde entonces, trabajando como su directora, ella se empeñó en asentar firmemente la base material-técnica de la tienda y servir distintas gafas según el sexo, el gusto y la graduación de las personas. No contenta con solo esperar a los clientes, prestó el servicio en otras localidades lejanas e, incluso, resolvió los encargos individuales.

En casi todas las fábricas, empresas, granjas, lugares de construcción e instituciones de investigación científica del país están registradas las huellas de ella y sus empleados. Estos dicen unánimemente que tal vez no habrá una persona como ella que recorrió casi todos los lugares del país por el bien del pueblo.

Ella siempre vivió elevando la exigencia consigo misma.

Existe un refrán que reza: si el hombre vale un mil, ochocientos pertenecen a sus ojos.

Pensó que no podía decir dignamente que trabajaba para el pueblo si no les proporcionaba a las personas una vista clara.

Cada vez que tenía dificultades y se sentía cansada, no se doblegó teniendo presente el amor y la confianza del Presidente que apreció como patriota socialista a su padre que no pasaba de ser comerciante privado y del Dirigente quien resolvió para ella todos los problemas pendientes de la tienda diciendo que su familia tenía alto espíritu patriótico de generación en generación, los cuales le sirvieron de bienes y fondos más preciosos en su camino de servicio al pueblo.

Ella donó sin vacilación los fondos acumulados a importantes objetos en construcción y para la modernización de las fábricas, empresas y granjas del país.

Siendo patriota socialista de méritos laborales y diputada a la asamblea popular de la ciudad de Pyongyang como su padre, recibió muchas condecoraciones estatales y participó en importantes conferencias del Partido del Trabajo de Corea y el Estado.

En la actualidad su tienda tiene filiales en el interior y el exterior del país.

A pesar de sus 66 años de edad, ella, llena de vigor juvenil, no cesa el servicio para el pueblo junto con su hijo.