Japón se obstina en resucitar el militarismo, pese a la crítica de la sociedad internacional, el premier Suga y algunos ministros del gobierno japonés hicieron una ofrenda al santuario Yasukuni con motivo del rito ancestral de primavera mientras el ex premier Abe realizó una visita al mismo lugar.
La visita continua a ese lugar, dónde se inculca la idea militarista, es una muestra de la ambición revanchista encaminada a hacer apología de la historia de agresiones.
Japón alaba y santifica sin escrúpulos a la vista del mundo los fantasmas militaristas, mientras que la mayoria procura impedir el renacimiento de militarismo y fascismo recordando la historia de guerras pasadas que impusieron terribles calamidades a la humanidad.
En el rito ancestral de primavera, el ex ministro encargado de Okinawa y Territorios Septentrionales, Eto, dijo públicamente en una rueda de prensa sostenida después de su visita al santuario que “ha consolado el alma de los muertos en la guerra”.
Junto con la foto de su visita, Abe escribió en la red social que “ha visitado para expresar respeto a las almas que dedicaron su vida en la lucha por el país”.
Entre las tablillas funerarias conservadas en el Santuario Yasukuni hay pertenecientes a criminales de guerra que hicieron tremendo daño a los pueblos asiáticos , incluyendo el suyo propio.
En lugar de denunciarlos, los reaccionarios japoneses los elogian como “almas que ofrendaron la vida por el país” y hasta los describen como “santos“, hecho que demuestra a todo el mundo que ellos son tan perversos como los criminales de guerra.
La conducta imperdonable de ellos vuelve a herir a las víctimas de la guerra de agresión y sus descendientes, siendo un desafío frontal a la justicia de la historia y la opinión pública mundial.
Hoy en día, ellos preparan un ambiente social favorable a la militarización y la reagresión al inculcar en los habitantes, mediante la visita al santuario, el revanchismo y orgullo de la historia de agresiones, al contrario de la culpabilidad y la voluntad de liquidar el expediente criminal.
Últimamente, Japón provoca las disputas con los países vecinos exponiendo con más claridad su codicia del territorio y persigue tenazmente eliminar las barreras legales para la conversión en potencia militar y la expansión a ultramar, aumentar las fuerzas armadas y tergiversar la historia. Estos pasos son inconcebibles sin el militarismo fanático que ha sido generalizado en la sociedad japonesa por los políticos de ese país.
Japón debe actuar con prudencia teniendo presente las exigencias de la sociedad internacional que rechaza el renacimiento de militarismo.