Informe de estudio del Instituto de Desarme y Paz del MINREX de la RPDC
Pasó el largo tiempo de 70 años después de la detonación de cañones de guerra en esta tierra.
La Guerra Coreana, impuesta por los EE.UU., dejó a nuestro pueblo una herida dolorosa y las grandiosas pérdidas humanas y materiales y sigue hasta el día de hoy el sufrimiento de la división nacional en que los hermanos consanguíneos deben vivir separados.
La nación coreana, que todavía sufre la herida dolorosa de la guerra, tuvo una aspiración más ardiente por vivir en la tierra pacífica sin guerra que otras naciones e hizo los esfuerzos activos durante largo tiempo para lograrla, pero no vio el resultado merecido.
Esto se debe a las garras negras de la política hostil de los EE.UU. contra la RPDC.
El Instituto de Desarme y Paz del MINREX de la RPDC publica el día 25 este informe de estudio para denunciar a todo el mundo las verdaderas facetas de la Guerra Coreana provocada por los EE.UU. en la década de los 50 del siglo pasado y revelar la naturaleza agresiva y saqueadora de la política hostil estadounidense contra la RPDC, la cual sigue acarreando a toda la nación coreana las incontables desgracias y sufrimientos.
La Guerra Coreana es el producto inevitable de la política hostil de EE.UU. contra la RPDC
La Guerra Coreana fue la agresiva y criminal preparada y provocada por los EE.UU. en base del cálculo detallado de aplastar militarmente a la RPDC, así como conquistar al mundo entero.
EE.UU. está inventando todavía miles de datos fraudulentos para encubrir sus maquinaciones criminales de provocación de la Guerra Coreana, pero nunca se puede esconder ni borrar la verdad de la historia.
Desde hace ciento y decenas de años, EE.UU. consideró como política estatal la agresión y dominación a Corea, puerta del continente asiático, y se aferró frenéticamente a la política hostil contra Corea para ponerla en práctica.
En febrero de 1845, las autoridades estadounidenses presentaron en su Congreso el “Plan de Apertura de Corea” y provocaron los incidentes sucesivos como la invasión del buque Sherman en 1866, las intrusiones de los buques Shenandoah y China en 1868 y la invasión armada de gran dimensión en 1871.
Después de la firma del “Convenio Taft-Katsura” en 1905, EE.UU. instigó a los japoneses a la ocupación y dominación colonial sobre Corea maniobrando sistemáticamente para convertirla en su colonia en lo adelante y a finales de la Segunda Guerra Mundial, perfeccionó su plan de conquista a nuestro país.
El entonces comandante de las tropas estadounidenses en el Extremo Oriental, MacArthur, señaló en la carta dirigida al senador norteamericano Joseph Martin en marzo de 1951 que “el futuro de Europa dependería del triunfo o de la derrota en la lucha contra el comunismo en Asia” y prosiguió:
“Con la dominación de todo el territorio de Corea podremos destruir completamente la única línea de suministro que conecta la región de Siberia de la Unión Soviética y la región sureña… y dominar todo el territorio entre Vladivostok y Singapur. Cuando sea así, no habrá ninguna zona que esté fuera de nuestro control.” (“Historia Contemporánea de EE.UU.” de Herschel Meyer, página 148)
En una palabra, EE.UU. consideró a Corea como el “cuchillo” que cortaba la “carne” llamada Asia.
La Guerra Coreana era también una necesidad ansiosa para los consorcios monopolistas bélicos de EE.UU. que se habían enriquecido por el aguacero de oro durante la Segunda Guerra Mundial.
La crisis económica iniciada en EE.UU. desde finales del año 1948 se puso más grave entrando en el año 1949.
La producción industrial se redujo 15% que el año anterior y los precios subieron repentinamente, así como se quebraron aproximadamente 4 mil 600 empresas en el primer semestre de 1949 debido a la disminución de las inversiones en las máquinas y equipos, se aumentaron los desempleados en 6 millones y las ganancias de los monopolistas se redujeron de 36 mil 600 millones a 28 mil 400 millones de dólares entre septiembre de 1948 y marzo de 1949.
Al estallarse la guerra coreana, los medios de prensa norteamericanos escribieron con letras mayúsculas que “la empresa llamada Corea ha recuperado la economía” y “el estallido de la Guerra Coreana hizo esfumar el fantasma de la depresión que molestaba al comercio norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial”. Estos hechos nos hacen entender bien que EE.UU. necesitaba la guerra como la “receta especial” para salir de la crisis económica.
Así, EE.UU. que perseguía la estrategia de dominio mundial eligió a Corea como “el único punto de contacto entre su mecanismo militar y el territorio continental de Asia”, como “el patio de la guerra ideológica”, como “el lugar de examen” de confrontación decisiva para su dominio mundial y como la única salida de la crisis económica en la posguerra.
Podemos saber más detalladamente la verdadera identidad agresiva de EE.UU. que dirigió la preparación de la Guerra Coreana a través de la elaboración del plan bélico.
EE.UU. dividió en 3 etapas su plan bélico en el Extremo Oriental; la primera empezaría con la Guerra Coreana (A), la segunda sería la ampliación de guerra hacia China (B) y la última sería la invasión a la zona siberiana (C), así como la operación empezaría en 1949.
La revista japonesa “Diccionario de las Personas ” editada en septiembre de 1964 reveló en la página 67 las palabras siguientes de un coronel del antiguo ejército japonés quien había participado en la conjura bélica como lo siguiente:
“La operación se realizaría en 3 etapas. En primera etapa, se concentrarían en el paralelo 38 las 10 divisiones de las tropas surcoreanas y norteamericanas para formar 2 regiones operativas respectivamente en las partes del este y oeste del frente. Y luego, el frente del oeste atacaría directamente a Pyongyang acompañando la realización del desembarco de las tropas en la región septentrional de la ciudad bajo el apoyo de las fuerzas aéreas y navales. En el frente del este, el flanco izquierdo ocuparía Yangdok para asegurar la comunicación entre Pyongyang y Wonsan y el derecho atacaría directamente a Wonsan. Aquí, también se realizaría la operación del desembarco en la parte norte de Wonsan. En fin, los dos frentes avanzarían paralelamente hasta el río Amnok a pasar fronteras Corea-China. Así se terminaría la primera etapa planificada detalladamente en base de los datos del antiguo ejército japonés y se pasaría a la segunda, y luego, las tropas de Japón y de la ONU asistirían en la ofensiva.”
Después de la calculación y preparación detalladas, EE. UU. desató la guerra a las 4 del día 25 de junio de 1950 incitando al ejército títere surcoreano.
En vísperas de la guerra, Robert, jefe del cuerpo de asesores militares estadounidenses, parloteó como sigue: “¿Por qué escogimos el día 25 de junio? Ahí está nuestro propósito discreto. El día 25 es el domingo. EE.UU. y el Sur de Corea son los estados católicos y por lo tanto, este día es el de descanso. Por lo cual, nadie creería que hubiéramos iniciado la guerra en el domingo. En otras palabras, todo eso sirve para convencer a la gente que no somos los que provocaron la guerra.”
Después de provocada la guerra, EE.UU. actuó con astucia para ocultar su verdadera naturaleza de invasor.
El 25 de junio, EE.UU. convocó la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y fabricó la “resolución” No 82 que definía a la RPDC como “invasora”.
Por el siguiente paso, el 7 de julio hizo fabricar sucesivamente la “resolución” No 84 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que “recomendaba” someter las fuerzas armadas de los países aliados bajo la “Comandancia Conjunta dirigida por EE.UU.”, “solicitar” a éste la designación del comandante y “permitir” el uso de la bandera de la ONU.
De esta manera, nuestra República fue calificada como “provocadora” de la guerra y la Guerra de Liberación de la Patria del pueblo coreano fue definida como “la invasión”, así como “las fuerzas de la ONU” aparecieron como la parte beligerante.
Incluso los ex-Secretarios Generales de la ONU reconocieron oficialmente que la “comandancia de las tropas de las Naciones Unidas” no era el mecanismo de la ONU sino el aparato bélico de Estados Unidos.
En junio de 1994, el entonces Secretario General de la ONU, Boutros Boutros Ghali, reconoció que la “Comandancia Conjunta” no había sido creada como mecanismo anexo bajo el control del Consejo de Seguridad sino había sido sometida bajo el mando de EE.UU. (Carta del Secretario General de la ONU enviada el 24 de junio de 1994 al Ministro de Relaciones Exteriores de la RPDC).
En diciembre de 1998, el Secretario General de la ONU de aquel entonces, Kofi Annan., aclaró refiriéndose a las fuerzas militares enviadas por EE.UU. a la Guerra Coreana y a su Comandancia que “ninguno de mis antecesores había permitido a ningún país la aplicación del nombre de la ONU.” (Carta remitida por el Secretario General de la ONU al Presidente del Presídium de la Asamblea Popular Suprema de la RPDC el 21 de diciembre de 1998)
El portavoz de la ONU aclaró el 27 de julio de 2004 y el 6 de marzo de 2006, respectivamente, que “la Comandancia de las tropas de Naciones Unidas no era de la ONU sino estaba dirigida por EE.UU.”
La ONU no tiene el derecho a designar al comandante de las tropas de las Naciones Unidas sino lo tiene el gobierno estadounidense y la reducción y el aumento de los efectivos militares norteamericanos en el Sur de Corea, que se pusieron la gorra de las “tropas de las Naciones Unidas”, se deciden plenamente por el gobierno estadounidense.
A pesar de ello, en Panmunjom está expuesta aún sin la menor pena la bandera de la ONU, lo cual constituye la vergüenza de la ONU.
Aunque se terminó la enconada guerra con la victoria milagrosa del heroico pueblo coreano que contaba con la dirección del gran Líder, fueron inmensas las pérdidas humanas y materiales de nuestra nación.
No podemos escribir en esta edición limitada todos los actos criminales de masacre cometidos por el imperialismo estadounidense.
Los invasores yanquis que penetraron en el distrito de Sinchon en octubre de 1950 asesinaron cruelmente durante más de 50 días de su ocupación a más de 35 mil 380 personas inocentes que corresponden al 25% de la población del distrito tirándolas en los ríos, disparándoles con fusiles, quemándolas con el fuego, desmembrándolas y destripando a las mujeres embarazadas, hecho que demuestra que el imperialismo estadounidense es el lobo sediento de sangre, disfrazado de hombre.
Según los datos oficiales, el imperialismo estadounidense asesinó a más de un millón 230 mil personas en la parte norcoreana y a más de un millón 240 mil, en la parte surcoreana durante la guerra coreana y trató de exterminar a la nación coreana usando incluso las armas químicas y bacteriológicas.
La delegación de investigación de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, que visitó en el año 1951 el terreno de los delitos cometidos por el imperialismo norteamericano, reveló que “las masacres y torturas de los invasores norteamericanos en las zonas ocupadas temporalmente eran más salvajes que las cometidas por los nazistas hitlerianos en Europa ocupada temporalmente.”
Durante la guerra coreana, EE.UU. lanzó en el territorio de la RPDC aproximadamente 600 mil toneladas de bombas convencionales y NAPALM, que llegaban a ser 3.7 veces más que las lanzadas en el territorio japonés durante la Guerra del Pacífico, vociferando abiertamente que “borraría completamente las 78 ciudades del Norte de Corea desde el mapa” y que “convertiría a este país en el lugar en que no se recogería nada.”
Debido a las barbaridades del imperialismo yanqui, fueron destruidos 50 mil 941 fábricas y empresas, 28 mil 632 escuelas, 4 mil 534 instalaciones sanitarias incluyendo los hospitales y clínicas, 579 edificios de estudios científicos, 8 mil 163 edificios de prensa y cultura y 2 millones 77 mil 226 viviendas y fueron dañados 563 mil 755 hectáreas de tierras cultivables incluyendo la reducción de 155 mil 500 de arrozales.
Después de la Guerra, lo único que tenía nuestro pueblo fue la ceniza, por lo tanto EE.UU. vociferó que Corea no se enderezaría aunque pasaran 100 años.
Estos hechos demuestran claramente que los imperialistas yanquis son los provocadores de la guerra coreana y enemigos jurados del pueblo coreano y que mientras no se acabe con la política hostil de EE.UU. contra la RPDC, nunca habrá la paz en la Península Coreana.