La primera subjefa de departamento del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea, Kim Yo Jong, publicó el día 17 una declaración que sigue:
Cuando las relaciones Norte-Sur llegan a la peor coyuntura irremediable, el gobernante surcoreano rompió por fin el silencio.
El pasado día 15, él pronunció seguidamente dos discursos prolijos en la reunión de secretarios superiores y asistentes de Chongwadae y en el videomensaje enviado al “acto conmemorativo del aniversario 20 de publicación de la Declaración del 15 de Junio”.
Poniéndose la corbata que llevaba el ex mandatario en el momento de firma de la Declaración Conjunta del 15 de Junio de 2000, apareció a la tribuna usada durante la publicación de la Declaración de Panmunjom de 2018. Pese al simbolismo y significado que él atribuye de siempre con mucho trabajo, su discurso volvió a resultar repugnante.
En una palabra, sus pronunciamientos fueron cínicos y atrevidos desde el principio hasta el final.
Sentí náuseas al oír la alocución del llamado “presidente” colmada de la justificación a sí mismo, la evasiva de la responsabilidad y el arraigado servilismo a grandes potencias, en la cual no se puede apreciar ninguna responsabilidad y voluntad asumidas ante la nación ni el rumbo y los remedios para reparar la situación actual.
Es un hecho conocido por todos que la grave situación actual se debe al lanzamiento de volantes anti-RPDC cometido por las escorias humanas y a la tolerancia cómplice de las autoridades surcoreanas.
Por lo tanto, el gobernante surcoreano debió expresar en su discurso la disculpa y reflexión dando la firme garantía para prevenir la repetición de tales actos provocadores.
Sin embargo, él enumeró sólo excusas y palabras floridas para evadir su culpabilidad, tales como la paz no viene en una mañana, hay que tener la convicción optimista como el curso del río que llega al mar serpenteando y es necesario avanzar paso a paso aunque fuera despacio.
Parece que le costó mucho trabajo para hilvanar las expresiones y hacerse así el “orador atractivo” con su peculiar lenguaje y modo coloquial. Quisiera preguntarle si sabe la esencia de la situación actual.
No se puede pasar por alto con abstracta retórica florida el lanzamiento de panfletos anti-RPDC cometido por los desperdicios biológicos y la complicidad de las autoridades surcoreanas.
La parte Sur trató de vulnerar adrede el principio de respeto mutuo y confianza que constituyen el fundamento y el punto de partida de las relaciones Norte-Sur. He aquí la gravedad del problema.
Calumnió atrevidamente a nuestro compañero Presidente del CE, máxima dignidad que santificamos más que nada, y al mismo tiempo, insultó a todo el pueblo nuestro.
¿Cómo se puede calificarlo de conducta de “algunas personas” y de “asunto incómodo y difícil” y tratarlo con mero “pesar”?
Reitero que el insulto atrevido al compañero Presidente, representante de nuestra dignidad, significa la ofensa al núcleo espiritual de nuestro pueblo y no podemos tolerarlo en ningún caso. Esto es el sentimiento ideológico de todo el pueblo y nuestro estilo estatal.
Hace poco, Chongwadae reconoció oficialmente que el lanzamiento de octavillas anti-Norte es un acto nocivo e inútil, declarando que tomaría las contramedidas rotundas, lo cual muestra que la parte Sur conoce bien la gravedad de su crimen.
Pero, el gobernante surcoreano no reconoce nada de su culpa, ni reflexiona ni toma ninguna medida correspondiente.
La imputación de la responsabilidad del pecado propio es una práctica de los cobardes.
Produce gran consternación el discurso caracterizado por el cinismo y repugnancia, pronunciado por la máxima autoridad que representa el Sur de Corea.
Él insiste tanto en el avance continuo de las relaciones íntercoreanas, pero no reconoce francamente su culpa, lo que constituye el primer paso. Y sin presentar ninguna medida para frenar la fechoría de las escorias humanas, dijo estar preocupado por la posibilidad de involucrarse en la vorágine no deseada.
Su verdadera intención reside en disimular su crimen y evadir la crisis actual con charlatanería. Pues, es una idea muy sencilla y estúpida.
¿Cómo se podrá dar giro a las relaciones íntercoreanas con algunas palabras seductivas, ya que se ha roto de raíz la confianza mutua y llega al extremo la aversión?
Sofistería cínica que imputa la responsabilidad
El mandatario surcoreano es el responsable de llevar adelante las relaciones íntercoreanas.
Es muy natural que él asuma la actitud y posición de responsabilizarse totalmente de los vínculos N-S, aunque éstos marchen bien o no, porque ha firmado la histórica Declaración de Panmunjom y la otra conjunta de Pyongyang y prometido el destino y el futuro de la nación ante 80 millones de coreanos.
Pero, en su discurso de esta vez, él atribuyó a los factores externos el estancamiento de las relaciones N-S.
Dijo en tono quejoso que la política sobre el Norte perdió su constancia debido al cambio del “poder” y no se han desarrollado rectamente las relaciones entre ambas partes coreanas debido a altibajos de la situación internacional.
Habría sido mejor si él hubiera dicho sin rodeo que para ellos no hubo nada que hacer desde el principio para la implementación de las declaraciones conjuntas.
Sus palabras quieren decir que el vínculo N-S no dio ni un paso adelante debido a la situación interna del Sur de Corea y por la falta del apoyo de EE.UU. y la sociedad internacional. Entonces, ésas no pasan de ser una excusa que le quita la razón a la “teoría de conductor” de que hablaban tanto en el pasado.
Él dijo además que “le es una gran lástima también que las relaciones N-S no hayan avanzado como lo esperado”. No es la actitud y posición para el llamado “jefe de Estado” quedarse expresando sólo las esperanzas ambiguas y lástimas.
Lo que no puedo pasar por alto es que él acotó que tiene miedo a que nuestra parte regrese a la época de confrontación del pasado criticando a la parte Sur y cortando toda la comunicación por el incidente de lanzamiento de octavillas por parte de los “fugitivos del Norte” y que está deseando resolver el problema mediante el intercambio de opiniones y la cooperación.
Se diría que huele a cinismo cada palabra suya.
¿Quién traicionó la confianza e incumplió la promesa desoyendo nuestros consejos de que vuelva a la actitud y la posición de autor de las relaciones N-S?
Como si eso fuera poco, el gobernante surcoreano intenta cínica e insolentemente echarnos la culpabilidad del presente caso engendrado por su parte.
La primera cláusula del segundo artículo de la Declaración de Phanmunjom estipula el cese de la radioemisión con altavoces, el lanzamiento de volantes y todas las demás formas de actos hostiles en la Línea de Demarcación Militar.
Es evidente para todos que la responsabilidad del lanzamiento de panfletos anti-RPDC, que tuvo lugar a menudo en el Sur de Corea durante el largo tiempo de dos años, recae sobre las autoridades surcoreanas que lo toleraron en silencio.
El cinismo de ellas llegó al clímax cuando hablaron como si hubieran realizado ingentes esfuerzos por ejecutar el acuerdo N-S.
Entonces, ¿cuál artículo de la Declaración de Panmunjom y la Declaración Conjunta de Pyongyang de Septiembre fue cumplido debidamente por las autoridades surcoreanas?
Lo que hicieron ellas es haber mendigado la ayuda a la sociedad internacional dejándose llevar por el estado de humor de su amo, lejos de desempeñar el papel de protagonista.
No obstante, las astutas autoridades surcoreanas lo describieron descaradamente como “esfuerzos constantes” y “hilo de comunicación”.
El mismo mandatario surcoreano había confesado que trató con mucha cautela el tema de relaciones N-S como si pisara sobre huevos. Pues, él se ha quedado vacilón sin poder ejecutar hasta lo que se pudo hacer entre ambas partes.
No se imputa ni se elude la responsabilidad de la historia.
Me extraña ese hombre que debe mostrar por lo menos la postura de asumir la responsabilidad que le corresponde.
Al decir esta vez que las “declaraciones N-S constituyen un principio firme que no se debe aflojar”, el mandatario surcoreano se pronunció como si haría algo para las relaciones íntercoreanas aunque no se den las “condiciones propicias”.
No obstante, se ha revelado claramente su incambiable atributo servil a grandes potencias al escucharse sus aburridas retóricas de ese sentido tales como la “situación actual no permite que ambas partes coreanas marchen a todo querer sólo con voluntades propias” y “realizará esfuerzos constantes por conseguir el consentimiento de la sociedad internacional aunque eso demore mucho”.
Se conoce la situación miserable de él que vive cohibido acorde al estado de humor de su amo. Pero, es demasiada su conducta servil de mendigar la ayuda del gángster, que ha desbaratado su casa, hasta en la actual coyuntura catastrófica de las relaciones Norte-Sur.
Como reconocen todos, los excelentes acuerdos N-S no dieron ni un paso adelante de implementación debido al yugo de servilismo a EE.UU. a que se ha sometido por sí sola la parte sureña.
Trajo las consecuencias trágicas de hoy el hecho de que ella remitió a la consideración de la Casa Blanca todos los asuntos surgidos en las relaciones intercoreanas, luego de aceptar de buena gana la propuesta del “grupo de trabajo Surcorea-EE.UU.” que le impuso este amo aun antes de que se secara la firma del acuerdo Norte-Sur.
Habrán conocido las autoridades surcoreanas que violan flagrantemente el acuerdo N-S sus acciones imbéciles hechas al mandato de su amo como realizar ejercicios militares y comprar armas sofisticadas con sumas astronómicas recaudadas por concepto de impuesto.
Condujo al Sur de Corea a la senda de sumisión prolongada y traición cínica su confianza ciega en que antes del acuerdo íntercoreano, está la “alianza” y su poder asegura la paz.
Durante los últimos dos años, las autoridades surcoreanas vinieron recurriendo a la política extraña de “circulación primera” de las relaciones N-S y las RPDC-EE.UU., en lugar de preconizar la independencia nacional. Hasta cuando expusieron con fanfarronería, aunque tarde, la voluntad de “ampliar la anchura de acción”, pusieron la condición absoluta de “en el marco de sanción”.
Hoy día, las relaciones íntercoreanas se han convertido en una materia de jugueteo de EE.UU., lo cual deviene resultado trágico del obstinado y crónico servilismo y sumisión de las autoridades surcoreanas.
El problema es que hasta en este momento de mucho trance, el gobernante surcoreano muestra su imagen penosa insistiendo en no separarse de las fuerzas extranjeras.
Se dice que hasta el animal no cae dos veces en la misma trampa.
Sin embargo, él repite las oraciones estúpidas cada vez que pronuncia un discurso, hecho que me hace pensar con preocupación si ese hombre aparentemente normal no habrá sufrido acaso el trastorno mental.
El servilismo a grandes potencias y la sumisión son el preludio de autodestrucción.
Es nuestro juicio inconmovible que no se puede discutir más las relaciones íntercoreanas con la contraparte tan cobarde y avasallante.
En el caso de un político, sí es importante su ideal, pero no le debe faltar el temperamento de hacer con osadía lo que le toca hacer.
Es cierto que hay hombres que prefieren la palabra que la acción.
Cada vez que se pone ante un foro o la cámara o el micrófono, se porta como niño ingenuo diciendo palabras llenas de esperanza y como apóstol de la paz que aboga por todo lo justo y principal. Entonces, me da pena ver yo sola esa escena fea y he preparado hoy esta bomba verbal para que la conozcan un poco nuestros habitantes también.
En todo caso, las autoridades surcoreanas no podrán hacer nada con nuestra parte.
Lo único que podrán hacer en el futuro es arrepentirse y lamentarse.
Sentirán en propia carne con el paso de tiempo cuán caro les costará la traición a la buena fe.