Durante la ocupación militar de Corea (1905-1945), el imperio japonés fabricó numerosas leyes draconianas para saquear los recursos naturales coreanos en su propio y exclusivo beenficio.
Hizo pública la “Ley de la pesca” en junio de 1911 con el propósito de asegurar sus concesiones sobre los abundantes recursos marítimos de Corea y garantizar legalmente el despojo de los mismos.
En función de esta ley organizó varias “sociedades pesqueras” encaminadas a arrebatar recursos acuáticos a Corea sin ninguna restricción y proporcionar grandes beneficios a los japoneses.
Bajo el rótulo de “pesca licenciada” y “pesca permitida”, privó a los coreanos de pesqueras y otorgaron con preferencia los derechos de pesca a los empresarios y monopolios pesqueros japoneses.
Según los datos, los japoneses adquirieron más de 2 600 derechos de pesca licenciada durante una década desde 1911 hasta 1920.
Como consecuencia, los imperialistas japoneses monopolizaron todos los recursos marítimos de Corea y los derechos de pesca.
Numerosos pescadores japoneses residentes en Corea motorizaron sus embarcaciones, engrandecieron redes de pesca e incluso movilizaron barcos frigoríficos y otros de transporte para llevar inmediatamente los productos marítimos a su país.
El número de barcos japoneses dedicados a la pesca en las aguas territoriales de Corea aumentó de 5600 a 10620 entre 1912 y 1916.
A eso del año 1910, la cantidad de peces capturados por un pescador japonés en las aguas de Corea fue 7 ó 9 veces mayor que en las de Japón. Un barco transportador llegó a Corea con otras siete naves más compradas con la ganancia neta obtenida solo en una vuelta de transporte. Esto testimonia su indiscriminado pillaje de recursos marítimos en Corea.
Nunca pueden ser borrados ni encubiertos los crímenes que los imperialistas japoneses cometieron contra la nación coreana.
Japón debe reflexionar sobre sus delitos del pasado y pedir disculpas al respecto al pueblo coreano.