Choe Mi Sun padeció de la nefritis cuando era niña y fue trasladada a un hospital municipal de Pyongyang. Allí tuvo una gran impresión de una enfermera que la atendió con toda devoción y abrigó el sueño de ser tal como ella.
Después de graduarse de la escuela secundaria, terminó sus estudios en la de enfermería. Fungió como enfermera de la sección de neurocirugía del Hospital Kim Man Yu y, 17 años más tarde, fue designada enfermera jefa en la sección de cirugía cardiovascular del mismo centro.
En su libreta que siempre lleva están registrados los días en que ella dedicó amor y devoción para los pacientes.
“Calenté el cuerpo del receptor de sangre; preparé gacha caliente; tiene fiebre; humedecí gasa en agua y la puse en sus labios cada vez que él sentía sed; apliqué hielos a su cabeza y axilas; el día siguiente di masajes a su espalda y cuello.”
“Enfermo operado de válvulas de corazón: su salud estaba mejorando y de repente su cara se tornó pálida; bajaba la presión sanguínea y el grado de electrocardiograma; le di masajes al corazón y la respiración artificial; se recuperó en estado original; recobró el conocimiento, pero no puedo estar descuidada.”
“Son Myong Il: sexo femenino, 25 años de edad; la intercurrencia debido a la cardiopatía y la disfunción hepática que él tiene es tan grave que es imposible intervenirlo de inmediato; es preciso mejorar al máximo su función hepática hasta que se preparen suficientes condiciones para la operación.”
Durante más de 40 años Choe asistió a cientos de intervenciones y atendió a unos 15 000 enfermos graves y 1 500 muy graves. Y formó a más de cien enfermeras después de empezar su carrera como enfermera jefa.
Ella es la madre de dos hijos, pero está muy ocupada por atender a los pacientes.
Siempre dice a sus colegas: Debemos ser hermanas y madres de los pacientes antes de cumplir el deber como emfermeras