La República Popular Democrática de Corea garantiza legalmente a todos los ciudadanos el derecho a elegir y profesar una ideología o una religión según su voluntad.
Tiene separados por completo el Estado y la iglesia y les asegura suficientemente la libertad de creencia a todos los ciudadanos.
Su guía estatal es la idea Juche centrada en el hombre, de que este es el dueño de todo y determina todo. Por lo tanto, el pueblo coreano tiene la plena confianza en esta ideología que defiende a carta cabal la independencia del ser social y garantiza de lleno los derechos humanos, y piensa y actúa según su postulado.
Todos los ciudadanos pueden escoger y profesar libremente cualquier religión según la ley del Estado y celebrar misas, ritos y otros actos religiosos de manera pública o individual, independiente o común. Y pueden construir edificios religiosos.
La RPD de Corea no obliga a la gente a creer o no en la religión ni hace los actos de oponerse, perseguir, oprimir y limitar la religión y a los religiosos.
Sin embargo, prohíbe incondicionalmente el uso ilegal de la religión con el propósito de introducir las fuerzas foráneas o perturbar el orden del Estado y la sociedad, y jamás permite los actos que promueven y difunden el racismo, el chovinismo nacional y otras ideologías reaccionarias y opuestas a los derechos humanos.
Actualmente, en Corea existen la Federación de Cristianos de Corea, la Federación de Budistas de Corea, la Asociación de Católicos de Corea, la Asociación de Chondoístas de Corea y el Consejo de Religiosos de Corea. Estas organizaciones religiosas cuentan con el ordenado sistema de organismos, iglesias, publicaciones, centros docentes, etc., y promueven la colaboración e intercambio con sus homólogos de otros países.
Existen edificios como la Iglesia de Pongsu, la de Chilgol, el santuario de Jangchung, etc.