En menos de 10 años, la RPDC ha logrado milagros trascendentales y un salto gigantesco bajo las dificultades sin precedentes. Esto se debe a la extraordinaria dirección del Líder Supremo Kim Jong Un, quien ha consolidado al Partido del Trabajo de Corea como una invencible fuerza rectora y un experimentado estado mayor político de la revolución.
Ha dirigido con energía la labor de hacer que todo el Partido se llene de la concepción jucheana del pueblo y de aplicar cabalmente el espíritu del pueblo.
En este período, gracias a su sabia dirección, el sentido del servicio al pueblo de nuestro Partido se ha profundizado en el de la abnegación por el hombre, que se considera como los rasgos revolucionarios y la ética revolucionaria intrínseca de nuestro Partido.