Yo combatí como soldado durante la Guerra de Liberación de la Patria (junio de 1950-julio de 1953). El Gobierno de la RPDC presenta a nosotros, los veteranos de la guerra, como defensores de la patria, precursores revolucionarios invitándonos a participar como delegados en la Conferencia Nacional de Veteranos de Guerra y los actos conmemorativos por el Día de la Victoria en la Guerra.
En esas ocasiones suelo recordar los días del pasado.
Nacido como hijo de un sirviente en la cabecera del distrito Hamju de la provincial Hamgyong del Sur en 1933, pasé una niñez penosa siendo objeto de desprecio y humillación del terrateniente.
Desde que el Presidente Kim Il Sung liberara el país (15 de agosto de 1945) pudimos disfrutar de una nueva vida dichosa. Mis padres labraron a sus anchas la tierra distribuida gratis por el país y yo estudié con afán en la escuela.
Aun liberado el país el imperialismo norteamericano perpetró incesantemente los actos de invasión e intervención para pisotear nuestro territorio patrio y por fin desató la guerra el 25 de junio de 1950.
Para no volver a vivir una vida esclavista me alisté en el Ejército Popular de Corea.
Los soldados del EPC, en acato a las orientaciones estratégicas y tácticas del Comandante Supremo consistentes en pasar inmediatamente al contraataque frente a la sorpresiva invasión enemiga, librar una audaz operación de asedio, la guerra de túnel y el movimiento de equipos de cazadores de aviones, lograron resonantes hazañas en los combates. Yo, actuando como francotirador en las cotas 1026 y del pico Samgak, apliqué variados métodos combativos incluyendo la cooperación con la batería antiaérea y la táctica de inducción y recibí el título de Héroe de la República al eliminar a 172 soldados enemigos durante los ocho meses.
Durante los tres años de la ardua Guerra de Liberación de la Patria destinada a salvaguardar el destino de la patria y la nación logramos una brillante victoria luego de rechazar a los agresores. En la plaza de desfile militar por el triunfo en la guerra gritamos ¡vivas! a toda voz con la alegría de haber triunfado bajo el mando del Comandante de Acero.
Terminada la contienda me gradué de la Universidad Kim Il Sung y, trabajando como funcionario de una institución estatal, dediqué toda mi fuerza e inteligencia para consolidar firmemente el poderío de la economía independiente del país.
Aun cuando, debido a las sucesivas maquinaciones de aislamiento y estrangulación contra nuestra República por parte de los imperialistas, la situación de la Península Coreana llegaba a tal punto de desatarse una guerra en cualquier momento el destino de nuestra patria fue defendido por el Dirigente Kim Jong Il, Comandante Supremo del EPC.
Aun no puedo olvidar el espectáculo de la parada militar efectuada el año pasado por el 70 aniversario de la fundación de la RPDC. El gallardo aspecto de los oficiales y soldados del EPC que vitoreaban a toda voz mirando al Máximo Dirigente Kim Jong Un en la tribuna recordaban a los combatientes de la guerra que desfilaban en la plaza de la victoria en 1953.
Los estruendosos vítores de las filas del desfile que estremecían el cielo y la tierra eran las aclamaciones del pueblo coreano que cuenta con otro célebre hombre y la declaración de triunfadores que siempre salen victoriosos en la batalla de defensa del socialismo.
De ahí que suelo afirmar a mis descendientes así: “Por contar con un insigne General en esta tierra siempre se registrará la historia de la victoria.”
Kim Pong Gwan, veterano de guerra de la unidad de vecinos No.10, barrio Kaeson, municipio Moranbong, ciudad de Pyongyang