Se conoció que se ultiman los preparativos para la cumbre especial de ASEAN que se abrirá el día 25 en Pusan del Sur de Corea.
El pasado día 5, el Presidente surcoreano Moon Jae In remitió con cortesía al Presidente del Comité de Estado de la República Popular Democrática de Corea una carta personal que le invitaba solícitamente a la cumbre.
Si esa misiva significa una invitación llena de confianza y esperanza sinceras en el Presidente del CE, no tenemos motivo de no agradecerla con placer.
Sabemos también que la parte Sur está esperando con ansia la visita a Pusan del Presidente del CE después de concluir en el máximo nivel todos los preparativos de recibimiento, sobre todo, la escolta y el protocolo.
Y comprendemos bastante las tribulaciones del Presidente Moon Jae In quien intenta aprovechar esa oportunidad para preparar nuevo hito y condiciones de cara a la solución del actual estancamiento de las relaciones Norte-Sur.
Lo constata el hecho de que después de enviar su carta personal, él pidió varias veces al Presidente del CE que mandara un enviado especial si él no puede viajar al Sur de Corea.
Sin embargo, hoy día, el ambiente del suelo surcoreano enturbiado a más no poder se mantiene todavía muy escéptico de las relaciones intercoreanas y las autoridades surcoreanas no dejan su errónea posición de resolver todos los problemas surgidos entre el Norte y el Sur no con la cooperación nacional, sino con la postura dependiente de las fuerzas ajenas.
En este momento también, el ministro de “Unificación” surcoreano emprendió el viaje de mendicación a EE.UU. con el tema de relaciones N-S. Entonces, ¿cuál es lo que podemos discutir y resolver con tal contraparte que confía lo todo a las fuerzas extranjeras sin tener ni la menor posición independiente?
Según un dicho, las líneas escritas con todo el alma convencen hasta al ciego.
Cualquier cosa tiene el tiempo y lugar propicios y el procedimiento conveniente.
Nos vemos obligados a pensar si ahora es el momento oportuno para la cumbre Norte-Sur.
A través de las noticias confusas que nos llegan en ondas hertzianas de nuestro planeta, conocemos de sobra que está muy mal el clima del territorio surcoreano.
Las fuerzas conservadoras surcoreanas calumnian al unísono al “poder” actual como el “pro-norteño” e “izquierdista” y, en el mismo contexto, recrudecen más que nunca la demagogia a la RPDC reclamando la “quiebra de acuerdos N-S”.
Para colmo, se oyen los disparates como “cambio del poder del Norte” e “inducción del derrumbe del Norte” que no se pudo escuchar ni en el “poder” anterior.
Aunque se reúnan el Norte y el Sur bajo esas circunstancias, resultaría inútil e insignificante tal encuentro.
Las autoridades surcoreanas no pueden tomar ninguna medida a pesar de que se va esfumando el difícilmente preparado ambiente de reconciliación y cooperación.
Entonces, opinamos que ellas estarían muy equivocadas si creen que pueden cambiar fácilmente la situación crítica con una hoja de invitación.
En la coyuntura actual, no bastaría si bien ellas acudan repetidamente reflexionando de sus errores y sintiéndose culpables. Al contrario, cursaron la invitación a muchos extranjeros que no tienen ningún interés en el destino y el futuro de la nación coreana, hecho que sugiere esta pregunta: ¿cuál imagen del Norte y el Sur querrán mostrarles ellas a los convidados?
No nos dejaremos llevar por el siniestro intento de ellas de fingir la continuación de la cumbre N-S e insertar las relaciones íntercoreanas en la “nueva política sobre el Sur”, protagonizada por sí mismas, aunque no pueden resolver ninguno de los problemas fundamentales entre el Norte y el Sur y de los asuntos nacionales.
Estrechar la mano y tomarse foto en una complicada cita internacional que no nos importa mucho, esto no merece ser comparado con aquel momento histórico en que los Máximos Líderes de ambas partes apretaron sus manos en el monte Paektu, el sagrado de la nación.
Puesto que no se ha cumplido ninguna de las promesas hechas en Phanmunjom, Pyongyang y el monte Paektu, sería mejor no sostener la cumbre formal Norte-Sur, he aquí nuestra posición.
Nos pone asombrados la parte surcoreana que insatisfecha con su fracaso sufrido por apoyarse tanto en EE.UU., propone discutir el tema de relaciones Norte-Sur en el escenario de cooperación multilateral, en lugar de arrepentirse y conocer claro, aunque ya se hizo tarde, la causa de la actual crisis de vínculos Norte-Sur.
¿Cómo se mejorarán las relaciones N-S y cuándo renacerá la corriente de reconciliación y cooperación si los timoneles de la sociedad surcoreana sueñan todavía con hacer castillo en el aire, en vez de pensar en serio en sus faltas y errores?
A decir otra vez en claro, hay que escoger bien el tiempo y el lugar para que una cosa salga bien.
Será imposible obtener buen resultado aunque se reúna mil veces con el interlocutor que no sepa ese principio.
Parece que no nos queda otro remedio que esperar con paciencia el momento en que se forme la decisión independiente en esa tierra mentalmente estéril.
Le agradecemos a la parte surcoreana su esperanza y buena fe, pero le rogamos que comprenda la no búsqueda del motivo razonable de la visita a Pusan del Presidente del Comité de Estado.