Pacto de cinco puntos de Ulsa.


La imposición de este tratado constituye uno de los crímenes más brutales cometidos contra la nación coreana por el imperialismo japonés. Desde hace mucho Japón extendía las garras de agresión a Corea, y después de la guerra ruso-japonesa, en 1905 se aplicó a establecer el dominio colonial sobre Corea.

El 17 de noviembre del mismo año Seúl se envolvió en una atmósfera aterrorizante. Ito Hirobumi, caudillo de la agresión a Corea, dispuso sus tropas pertrechadas con armas pesadas en lugares importantes de la ciudad. Tras sitiar con dobles y triples cercos el palacio real, los agresores nipones impusieron al emperador coreano Kojong la conclusión del pacto en cuestión, tratándolo como prisionero. Incapaces de doblegarlo convocaron a la fuerza la reunión del gabinete para obligar la firma del convenio entre amenazas y chantaje. Pese a la oposición de muchos ministros, ellos trajeron el sello de la cancillería coreana y sellaron el documento. A este fin detuvieron a los ministros coreanos y los encerraron en su legación. Pretextando que éstos podrían huir o suicidarse, les pusieron gendarmes a fin de vigilar a toda hora.

El “pacto” es un documento falso, inventado por el imperialismo nipón, sin aprobación del emperador y gran parte de los ministros del gobierno coreano.

En 1963 el Comité de Derechos Internacionales de la ONU, en su informe presentado a la Asamblea General de ésta, declaró la nulidad de cuatro tratados rubricados de manera forzosa en el mundo incluyendo el “pacto de cinco puntos de Ulsa”.

Este es un documento completamente contrario a los principios y normas de la conclusión de tratados.

En enero de 1906, el emperador coreano Kojong, en su carta enviada por un periodista de London Tribune a los mandatarios de EE.UU., Rusia zarista, Alemania y otros países, escribió así: “El pacto concluido el 17 de noviembre de 1905 entre el representante de Japón y el canciller coreano Pak Je Sun no lo reconocí desde el principio ni lo rubriqué con el sello del Estado.”

En junio del año siguiente envió en secreto a Ri Jun y otras personalidades a la segunda conferencia mundial de la paz que tuvo lugar en Haya de Holanda, con el objetivo de declarar la invalidez del pacto ante el mundo.

En 1992 fue descubierto en el archivo Kyujang de Seúl, Corea del Sur, el original del pacto sin la firma del emperador y el sello del Estado.

En la biblioteca de la Universidad de Colombia, de Nueva York, hallaron el mensaje del emperador Kojong enviado a los jefes de varios países para denunciar la nulidad del pacto.

Todos los hechos testimonian que el pacto impuesto por el imperialismo japonés no tiene validez.

El periódico de Italia Il Manifesto reveló que el “pacto de cinco puntos de Ulsa” inventado por los imperialistas japoneses es documento de mayor fraude en la historia del mundo y que Japón es el país descarado que inventa hasta el tratado con otro país y tergiversa la historia.

El imperialismo japonés no pudo publicar el tratado de inmediato por el temor de que se revelara la ilegalidad del documento con sus actos ilícitos.

En aquel entonces el periódico Hwangsong Sinmun publicó un artículo titulado “Gran lamento por la ruina del país”, que denunció el carácter ilegal y humillante del pacto.

La noticia triste hizo bullir todo el territorio coreano por el odio y rencor y el pueblo coreano se levantó en la lucha de varias formas contra ese “convenio”.

El imperialismo japonés ocupó y colonizó Corea valiéndose de este pacto ilegal e impuso al pueblo coreano desgracias y penas de todo género durante casi medio siglo de la dominación colonial que no tiene parangón en su brutalidad. En este período ellos asesinaron a más de un millón de coreanos, y secuestraron a más de 8 millones 400 mil personas. No obstante hasta hoy no quieren pedir excusas ni indemnizar por sus crímenes de lesa humanidad. Tergiversan su historia de agresión, al mismo tiempo que tratan de arrebatar la isla Tok, sagrado territorio de la nación coreana. Aceleran la militarización del país visitando con frecuencia el santuario Yasukuni, testimonio de la historia de agresión y guerra criminal y símbolo del militarismo.

En los últimos años hablan abiertamente de la “necesidad de reagresión a Corea”, “ataque preventivo” y “ataque a bases enemigas” y llevan a cabo simulacros de guerra para el “caso de emergencia” en la Península Coreana, lo cual demuestra la peligrosidad de sus maniobras agresivas contra nuestro país.

La historia de desgracias y calamidades no debe repetirse de ninguna manera.

La nación coreana acabará por cobrar el precio de los crímenes perpetrados en el pasado por los colonialistas japoneses.