A la isla Rungna en medio del río Taedong que corre bordeando las faldas de la pintoresca colina Moran, acuden muchas personas para pasar un día de descanso alegre.
Pasamos primero por el alugar donde estaban aproximadamente unas 500 ó 600 personas divirtiéndose en el agua para evitar del calor canicular. Desde el tobogán, de 18 m de altura, se deslizaban las personas dando gritos. En el estanque de agua corriente, los adultos nadaban en dirección de la corriente o en contra de la misma, y en el de los niños, éstos se divertían chapoteando.
La piscina cuenta con torre de saltos de varias plataformas, canchas de vóley playa y baloncesto.
Luego de recorrer el delfinario, nos dirigimos al parque de recreo Rungna. Según el guía, el parque se divide de dos áreas, y de la una a la otra pueden ir y venir en pequeño tren de excursión. El número de las personas que lo visitan al día, alcanza 2 000 ó 3000 de promedio. Allí hay muchas instalaciones de recreo dónde las personas sueltan exclamaciones de alegría.
Nos encontramos con un alumno de la escuela primaria Ryongyang de la provincia Hamgyong del Sur, quien nos expresó: “Estamos visitando Pyongyang para participar en el XIII torneo nacional de clases deportivas de las escuelas primarias, estamos pasando aquí un día alegre junto con nuestro maestro. Cuando me deslizaba desde el tobogán sentí vértigos, y cuando bajaba en picado desde aquella torre parece que mi corazón dejaba de latir. Todo es muy interesante aunque me produce algo de escalofrío. Tengo ganas de probar otras instalaciones de recreo más.”
Recorrimos también el centro de juegos electrónicos, que estaba monopolizado por los niños y escolares, y el centro de espejos preferido por todo el mundo.
Al oscurecer el día, nos dirigimos al Estadio 1 de Mayo para ver la gran función artística y gimnástica “País del pueblo”. Una vez iniciada la función, los ejecutantes exhibieron escenas magníficas con ritmos hermosos y elegantes, movimientos gimnásticos vigorosos, jolgorio folclórico, refinadas descripciones artísticas y la pizarra humana de mil cambios hacen a los espectadores sumergirse en un mundo fantástico.