Se conoció hace poco que las tropas norteamericanas ocupantes del Sur de Corea ejercitaron el despliegue del sistema antimisiles THAAD en la base militar de Phyongthaek de la provincia de Kyonggi.
Los medios y especialistas surcoreanos evalúan esa primera práctica en Phyongthaek como un mensaje de presión al Norte de Corea, recordando que a finales del año pasado, aquellas habían dado a la publicidad las imágenes de maniobra con el THAAD para el ejercicio, trasladado a la base militar de Songju de la provincia de Kyongsang del Norte.
Evidentemente dicho, el ejercicio de despliegue de THAAD forma parte de la política de sanción y presión, siendo una provocación militar para romper el difícilmente dado ambiente de paz de la Península Coreana y una abierta campaña de chantaje y amenaza contra la RPDC.
Ante la avalancha de críticas desatada en distintos sectores, EE.UU. se apresura a formular pretextos en su artimaña de calmar a todos los coreanos y los pueblos pacifistas del mundo que lo condenan como destructor de la paz.
Si ese país quiere con sinceridad la paz de la Península Coreana, debe parar todas formas de actos hostiles a la RPDC en acato al compromiso de escribir la nueva historia acabando con las relaciones hostiles, en lugar de recurrir a la campaña de aplastarla con la fuerza.
Ha de conocer bien que por vía militar, no podrá conseguir nada, lejos de asustar a nuestro país.